Muchas veces hacemos cosas casi sin pensar qué significan, como si estuviéramos guiados por un piloto automático que nos hace reaccionar de cierta manera y no de otra.
Pero, ¿qué pasaría si nos pusiéramos por un momento a pensar en aquello que hacemos sin pensar? ¿Cuál es el sentido que olvidamos que tenía lo que hoy nos parece "normal"?
Para demostrar esto te desafío a algo muy simple; ahora, mientras lees esta nota. Toma cualquiera de tus manos, líbrala del celular o del ordenador, y señala con tu dedo índice un punto enfrente de ti. ¿Te imaginas que este gesto tan común encierra una verdad en la que nunca pensaste?
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Detente un momento. Observa.
Uno de tus dedos apunta hacia delante, pero si miras bien, tres apuntan hacia ti; aunque no esten a la vista.
Por eso, este simple gesto nos recuerda que cada vez que señalamos, prejuzgamos o hacemos juicios respecto a otra persona o situación, en verdad lo estamos haciendo hacia nosotros mismos.
La vida es un juego de espejos donde los demás se convierten a cada paso en maestros que nos recuerdan que incluso aquello que más detestamos está en nuestro interior.
Por eso toma cada cosa que te suceda en la vida, cada situación que vivas, cada persona que conozcas, como una oportunidad para conocer algo de ti. No siempre serán aspectos positivos, claro; pero si tienes la humildad y la gratitud para entenderlos como aprendizajes, tu crecimiento será amplio, sincero y sostenido.