Por Tamara Brunswig (@astroilustra)*
La luna se interpone entre el Sol y la Tierra, ocultando nuestra consciencia y poniendo nuestro inconsciente a contraluz. Nuestras emociones más profundas quedan expuestas. Nuestras heridas y vulnerabilidad más a la vista.
Resulta interesante pensar los eclipses como aperturas y cierres de ciclos. Esta vez, la puerta que se abre nos regala la posibilidad de conectar con el camino que venimos recorriendo en nuestras vidas hasta acá y recalcular el GPS personal para redireccionar el objetivo de nuestros pasos. Si no nos sentimos plenos por donde venimos, este es un buen momento para dar un giro e ir hacia lo nuevo.
A veces los actos concretos son los que más fuerza tienen a la hora de conectar realmente con lo que nos sucede y plasmar desde nuestro lugar más verdadero el impulso para el cambio que queremos vivir.
Para eso, te compartimos un ritual para hacer este 26 de diciembre. Un tiempo para frenar y encontrarnos con nosotros mismos, con el cuidado y el amor con el que lo haríamos con una cita especial. En este caso, la cita es con nosotros mismos y nuestros ancestros.
Ritual para el último eclipse del año
Escribir en el borde de una hoja las siguientes palabras/disparadores:
- Mandatos
- Exigencias / Deber ser
- Culpa
- Qué esperan los otros de mi
- Qué imagen quiero que tengan de mi
Voy a preguntarme: ¿alguna o varias de estas cosas son una limitación para poder sentirme bien conmigo mismo y mi realidad? ¿Qué mandatos me limitan? Y escribo una o varias respuestas al lado de ese disparador.
Paso al otro y hago lo mismo. Así, voy preguntándome y respondiendo uno por uno cada uno de ellos.
Cuando termino de escribir voy a cerrar los ojos y registrar cómo me siento con toda esta carga sobre mi cuerpo, mi mente y mis emociones, y conecto con lo que me gustaría soltar. Y lo escribo.
Registro qué miedos aparecen frente a la posibilidad de soltar estas cargas que hace tanto me acompañan. Y los escribo.
Voy a abrazar estos miedos y recordarme a mi mismo que crecer da miedo. Es normal tener miedo.
Vuelvo a mi infancia y me imagino de bebé aprendiendo a caminar. Para ello tuve que animarme a soltar las manos de los adultos que me sostenían y perderle el miedo a caer. Gracias a ese sostén aprendí a tener equilibrio, y gracias a soltarlo aprendí a tener más equilibrio aún. Solo cayéndome un montón de veces, al final, aprendí a caminar. Y solo cayéndome muchas veces más, seguiré aprendiendo a andar en la dirección que quiero.
Con la intención de soltar todo lo que hoy me limita pronuncio esta autoafirmacion en voz alta (en el género con el cual me identifico): "Agradezco y honro todo lo que aprendí de mi experiencia con estas referencias externas y las suelto. Me libero de cada una de ellas porque hoy reconozco mi sostén interno".
Me autoafirmo en mi columna vertebral, en mis deseos personales y en mis sentimientos más genuinos. Me siento enraizado y liviano. Me siento integrado y creativo. Elijo la libertad y me elijo libre.
Elijo de nuevo el camino que quiero tomar. Agradecido por haber llegado hasta acá, sigo camino hacia mi plenitud. Bendecido. Soy nuevo.
* Tamara Brunswig es Lic. en Psicología, Astróloga (Casa XI), Terapeuta vibracional y Técnica en Análisis Bioenergético. Puedes seguirla en @astroilustra.