En este del Mundial de Rusia 2018, los cuatro países semifinalistas tienen más en común que la proximidad geográfica o los equipos en los que hacen vida sus jugadores. Hay un rasgo común que los une y caracteriza: Son descendientes de migrantes.
[También te puede interesar: Japón lo hizo de nuevo: esta es la nota que dejaron en el vestuario los jugadores de la selección tras ser eliminados]
Muchas son las ventajas de la migración, Francia, Bélgica e Inglaterra fueron un ejemplo de ello este Mundial de Futbol Rusia 2018, las selecciones de estos países cuentan con destacados jugadores que son hijos de padres inmigrantes. Las cifras hablan por si mismas:
Francia
16 de los 23 jugadores de la selección de Francia tienen al menos un padre que nació fuera del país. Dos más nacieron en las islas del Caribe francés, que teóricamente, son parte de Francia.
Bélgica
11 jugadores de Bélgica son hijos de al menos un inmigrante, incluyendo jugadores como Romelu Lukaku y Vincent Company, con padres de origen congolés. Por su parte, el padre de Lukaku jugó para el equipo nacional de Zaire en la década de 1990.
Inglaterra
La selección de Inglaterra cuenta con 6 jugadores de al menos un padre que inmigró a Reino Unido, y también está el caso Raheem Sterling, quien nació en Jamaica (el cual fue territorio de ultramar del Reino Unido durante siglos, hoy aún pertenece a la Commonwealth of Nations)
Explicación científica
En un artículo publicado en 2015, el profesor alemán Wolfgang Fengler encontró la relación entre el buen desempeño en el fútbol y la migración.
Fengler tomó como ejemplo a los jugadores que hacen vida en Europa y asegura que el fútbol es una gran ilustración de las ventajas de la migración para Europa porque los clubes están llenos de migrantes y su rol económico y social se ha incrementado dramáticamente, convirtiendo el deporte en un negocio de US$29 mil millones en Europa (2014), sin contar todos los negocios económicos indirectos. Esto es solo la parte económica.
Un buen contexto económico permite a los jugadores (migrantes) esforzarse y dejar en alto al país que representan, y que ahora, es su casa.
Fuente