Alguna vez te has preguntando: qué pasa en el cerebro cuando estamos por morir. En este texto vamos a repasar una explicación al respecto, según una neurocientífica la Universidad de Michigan que se ha dedicado a indagar este tema.
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Jimo Borjigin, profesora de neurolgía y fisiología nuclear
Ella lleva años trabajando en la Universidad de Michigan. Inició en 2013 estudiando roedores, en los cuales se hacían estudios cerebrales luego que morían. Los hallazgos fueron interesantes, hasta el punto que han sido detonantes de más estudios.
Los trabajos con roedores de laboratorios develaron que el cerebro de estos animales seguía activo. De hecho; la serotonina aumentó 60 veces y la dopamina 40 veces… como si el cerebro quisiera sentirse bien en ese momento.
Lo que empezó con el estudio de pequeños roedores, luego pudo hacerse con pacientes humanos que estaban en fase terminal o recién fallecidos. Una vez corroborado el cese de funciones vitales, se hacía un estudio del cerebro.
Los resultados de esta investigación
Se encontró una alta actividad cerebral relacionada con funciones cognitivas. Esta actividad en humanos (ya sin vida) era menor que en los roedores sin signos vitales. A su vez, también se activaban zonas del cerebro distintas.
Al morir, el cerebro muestra gran cantidad de ondas gamma (relacionacionadas con manejo de información y la memoria). Esto ocurre en medio de una hipoxia (ausencia de oxígeno en el cerebro por el cese de las funciones vitales).
Al fallecer, sucede que el cerebro humano activa la “zona caliente cortical posterior”, que es donde conectan los lóbulos temporal, parietal y occipital (parte de atrás del cerebro); siendo el espacio del encéfalo
Por inesperado que parezca, se activa la zona cerebral destinada con la visión y el habla. Muchos pacientes que tuvieron paros cardiacos, y sobrevivieron, relatan experiencias de haber escuchado voces y visiones.
Las experiencias de quienes han sobrevivido a la muerte
Muchos personas que han sido reanimadas luego de un paro cardiaco, han testimoniado experiencias análogas: ver una luz intensa, una suerte de recorrido a sus vidas en un flash, sentir que se elevan o ver gente del pasado.
Todo indica que durante la hipoxia (falta de oxígeno) el cerebro se vuelve muy activo. Se multiplican las conexiones relacionadas con las sensaciones, el lenguaje, la memoria y los sentídos, siendo estos últimos muy sensibles en ese momento.
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¿Qué otras deducciones se han sacado de estos estudios? El cerebro parece tomar mucha más consciencia al momento de cesar las funciones vitales. Por ende, quien fallece pasa por una experiencia muy intensa en su mente y sensaciones.
Fuente:
La Nación