Los huicholes, uno de los pueblos pre-hispánicos del suroeste de norte América y la península de México, tienen una larga historia y los arqueólogos sostienen que viven en las montañas desde hace cerca de dos mil años.
Esta cultura, con una profunda esencia mística, se vinculó por medio de la expansión de la conciencia con el más allá, que podríamos llamar lo divino, y representó la información obtenida en bellas artesanías que inmortalizaron dicha conexión. Los huicholes son artistas natos, con una enorme creatividad, y sus creaciones nunca se rigen por un mismo patrón.
El ojo de Dios es un elemento ceremonial sagrado. Es una réplica de la forma en que se compone el universo: representa los cinco rumbos del cosmos.
Cuenta la leyenda que Kauyuma’li, una de las deidades que creó la forma del mundo, pudo ver todo lo que estaba dentro de la tierra y todo lo que estaba por encima de ella, es decir, puedo ver todas las cosas del universo, cuando miró a través de un si’kuli (ojo de Dios en la lengua indígena).
Este objeto ritual, que refleja la espiritualidad y la unión de los seres humanos con la naturaleza y las energías de todo el universo, así como la capacidad de comprender el mundo no terrenal. Es realizado con hilos de colores tejidos sobre una base de madera en forma de cruz, conformando cinco rombos de múltiples colores y tejidos vistosos.
La forma del amuleto hace referencia a los cinco puntos cardinales, a los cinco rumbos del universo: Norte, Sur, Este, Oeste y el centro, el punto de partida del toda la creación. Los colores que se usan en el rombo son básicamente el blanco, el azul en varios tonos, el amarillo, el rojo y el negro. Los colores se eligen y se ordenan de acuerdo con la petición específica que quiera hacerse.
El ojo de Dios está dedicado a la Madre Agua del Este, que tiene especial preocupación por los niños. Por eso es una ofrenda que se hace a los dioses para pedir por el buen crecimiento de los niños y su protección. Los padres y madres son los encargados de elaborar el ojo de Dios que sus hijos llevarán a los rituales de iniciación y fiestas del tambor, donde son presentados a los dioses e iniciados en la vida ceremonial de su pueblo.
Haz tu propio amuleto protector para ver más allá de lo ordinario y honrar las cosmovisiones ancestrales:
1. Coloca dos palos de madera en forma de cruz
2. Une los palos con un hilo y haz un nudo.
3. Pasa el hilo por cada uno de los cuatro ángulos que han quedado, siempre pasando por el centro de la cruz.
4. Continúa el paso 3 hasta haber formado un rombo con el hilo. Luego córtalo y ata a la punta un hilo de otro color.
5. Repite los pasos 3 y 4 hasta cubrir casi toda la cruz. Recuerda dejar una porción descubierta en las puntas.
Puedes usar los colores de la tradición huichola: el negro significa la vida, el azul la lluvia y el agua, el blanco las nubes, el rojo la vida de Dios y el violeta la vida de los humanos.
¡FELIZ CREACIÓN!
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