Por Manuela Toro, Universo Mola.
Cuando se habla de moda e inclusión, se percibe un universo de posibilidades expresivas, en donde todos aportamos una visión propia construida a partir de la colectividad y las raíces ancestrales que se van adaptando a un contexto actual y que enriquecen la cultura de nuestra América Latina.
Para tener una comprensión más certera y profunda del sentido de inclusión, es necesario entender la relación entre la moda y el patrimonio cultural, pues ambas dotan de identidad a los pueblos, permiten la expresión de las regiones y cuentan una historia en común a través de la utilización de las prendas, que son una manifestación de cómo vemos el mundo.
América Latina es diversidad de diversidades
En latinoamérica reina la diversidad cuando hablamos de religiones, fenotipos, cosmogonías, colores y creencias. La transformación de identidades se va generando a través de las mezclas identitarias por el movimiento constante de las personas que emigran a otros lugares. Sin embargo, hay unas raíces y unos saberes específicos ancestrales que no pueden desconocerse y que conservan el valor de los pueblos revalorizando la moda, y entendiendo que no hay arte sin artesanía y que si bien hacemos parte de una aldea global construida con la riqueza de la diversidad, muchas veces es la individualización de la moda, la que ha olvidado la apropiación de la cultura ancestral.
Es decir, el mercadeo volátil que dirigen los grandes magnates de la industria textil, se justifica en tendencias pasajeras donde se replica el pasado para generar momentos fugaces que evocan otras épocas, pero que solo buscan ser mediáticas sin educar al consumidor acerca de la carga cultural de esas piezas elegidas como referencia e inspiración de diseño, solo generando consumo a partir de esa tendencia por un período de tiempo y luego cambiar a otras sin ninguna conciencia frente a la historia que cuentan esas prendas.
Ese desconocimiento del valor identitario autóctono sería el resultado de un problema de fondo que tiene que ver con la cultura colonialista que forma parte de América Latina y que nos hace tener una percepción de nuestra propia cultura inferior a la de otros lugares del mundo, exaltando más lo que está fuera de nuestro territorio y poniéndolo en una posición de superioridad frente a lo que es nuestro.
De ese sentimiento de inferioridad, también sale una palabra clave en todo este contexto de inclusión, y es la palabra pertenecer, que significa "formar parte de". En este sentido, nuestras culturas alrededor del mundo han determinado cómo debe ser la sociedad, según los estereotipos o condiciones humanas.
Según nuestro rol, según el género, según las diferentes complexiones, etc., dando como resultado una estandarización que ha permeado a la moda y que hoy en día gracias al diseño, la creatividad y la conversación alrededor de estos temas es posible encontrar espacios de creación que logran la identificación con personas, marcas que conectan con el consumidor y que entienden la diversidad como la riqueza más valiosa dentro de todo el ecosistema del que hacemos parte.
Sí que pertenecemos a ese ecosistema, formamos parte de todo un universo diverso y lleno de carga histórica que es América Latina, demos el valor que esto merece, dando el lugar a las identidades externas, pero sin hacer comparaciones que no aplican y que tampoco ayuda a sentirnos que realmente pertenecemos.
El diseño puede ser mucho más inclusivo simplemente con el detalle
El arte lo interpreta todo el mundo y desde ahí se puede generar una experiencia y una comunicación más orgánica. Desde la sostenibilidad es fundamental la funcionalidad con estética y con sentido.
La moda es poderosa, y un motor de cambio en América Latina. Con conciencia, pasión y creyendo en lo que somos, se puede potenciar la moda latinoamericana de forma que permita dinamizar economía, cultura e impactar socialmente.
El poder de la moda también está en que es un lenguaje visual, útil para transmitir emociones, y que comunica a partir de la forma en la que llevamos las prendas, esta actitud con la que portamos los textiles, los colores que elegimos, las formas y texturas son una herramienta para expresar cómo nos sentimos, conectando primero con uno mismo y logrando proyectar sensaciones, sentimientos, pensamientos y gustos al resto del mundo, a través de esas prendas en las que encontramos identificación y promueven el valor de lo que somos naturalmente, co-creando con las artes nativas y transmutando identidades en las áreas urbanas por ejemplo, donde esas expresiones diferentes enriquecen las tendencias, dan lugar a distintas posibilidades creativas, promueven la inspiración y se adaptan a contextos donde su uso siempre tiene un significado.
Sin duda, todo el tema inclusivo tiene un trasfondo cultural que impulsa las iniciativas, y que día a día se construye, gracias a reflexiones colectivas de la industria y por supuesto parte de una conciencia individual frente a la problemática. La moda es un recurso creativo y que propicia la creación de identidad propia mediante el diseño.