Pasa tardes y noches enteras con la computadora, la tablet o el celular. Sufre alteraciones de ánimo y cada vez está más alejado de sus amigos. Sus calificaciones en la escuela bajan y, poco a poco, lo que empezó como un gusto por las redes sociales o los juegos online, se transforma en su único interés.
Según una encuesta de la compañía de investigación de mercado GfK realizada en 17 países, los tres que presentan un mayor número de adictos a la tecnología son China (43%), Brasil (42%) y Argentina (40%). Esta adicción afecta, principalmente, a los más jóvenes.
La hiperconexión, el compartir información y fotos personales, y que los chicos pasen cada vez más tiempo en soledad son algunos de los principales riesgos de navegar en la web, según un estudio realizado por el Ente de Comunicaciones argentino con la adhesión de la Unesco. Además, el grooming (o ciberacoso sexual) y el acceso a contenidos inapropiados o a juegos violentos no aptos para su edad son otros de los peligros para los más pequeños.
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Sin embargo, no todo lo que ocurre online es negativo: los videojuegos, por ejemplo, estimulan los procesos de toma de decisiones, la creatividad y la resolución de problemas. Por esta razón, es importante no tomar la relación de los niños con las pantallas como una guerra a favor o en contra, sino centrarse en enseñarles cómo usarla, alternándola con opciones analógicas, como la lectura o actividades en el exterior y concientizando sobre sus riesgos.
Entre las recomendaciones que ofrece el reporte Future of the Classroom de Google for Education, se encuentra el hecho de que las entidades educativas y los padres ayuden a los niños y adolescentes a desarrollar comportamientos más sanos y autorregulados respecto al uso de las tecnologías a través del diálogo y la construcción de normas consensuadas.
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Algunas recomendaciones para padres
1. Límites claros: establecer reglas acerca del tiempo que pueden dedicar al uso de la computadora, tablet o celular
2. Actividades alternativas: fomentar a los chicos para que realicen actividades por fuera de las tecnologías, como deportes al aire libre, música o pintura, por ejemplo
3. Educar con el ejemplo: los chicos reciben más de lo que ven de lo que se les dice. Por eso, debemos ser cuidadosos con los modelos de uso de las tecnologías que transmitimos como adultos
4. Establecer espacios para el uso de pantallas: ubicar las tecnologías en espacios compartidos y, en el caso de los adolescentes, intentar que todas las pantallas se carguen fuera de la habitación
5. Crear momentos sin pantallas: evitar el uso de las tecnologías durante los horarios de comida, conversación, juego y resolución de problemas familiares
6. Evitar que los chicos tengan acceso a las pantallas antes de los tres años: promover actividades motrices y el encuentro cara a cara con otro son fundamentales para fortalecer el vínculo con la realidad y el desarrollo cognitiva de los niños.