Con frecuencia escuchamos en los medios de comunicación sobre el temor de muchos a que un meteoro caiga sobre una región poblada y cause daños irreparables y pérdidas humanas. Los expertos indican que las probabilidades de que esto suceda son remotas, pero aparentemente puede ocurrir más repentinamente de lo que muchos pensaríamos.

Una gigantesca bola de fuego explotó en la atmósfera de la Tierra. Específicamente, lo hizo sobre el mar de Bering (una sección del océano Pacífico), en la península rusa de Kamchatka. Por suceder en esta ubicación, pasó inadvertida.

La roca penetró la atmósfera a una velocidad de 32 kilómetros por segundo y estalló a unos 25 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. La explosión, según estiman los expertos, fue tan poderosa como 10 explosiones atómicas, equivalente 173 mil toneladas de TNT. De haber estallado cerca de un centro poblado, habría sido catastrófico.

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Lindley Johnson, encargado de defensa planetaria de la NASA, dijo que una explosión tan grande solo tiene lugar unas dos o tres veces cada 100 años. El fenómeno tuvo lugar el 18 de diciembre de 2018 y se trata de la segunda mayor explosión en su tipo en 30 años, y la más grande desde la ocurrida en Chelyabinsk, Rusia, hace seis años.

En 2013 un meteoro estalló a 20 kilómetros de altura cerca de la localidad también rusa de Chelyabinsk. Afortunadamente, nadie resultó herido de gravedad.

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Según los expertos, estos eventos son prueba de que los cuerpos externos pueden penetrar nuestra atmósfera y detonar en su interior sin previo aviso, o con antelación mínima. En junio de 2018, el pequeño asteroide de 3 metros "2018 LA" fue descubierto por un observatorio en Arizona, Estados Unidos, ocho horas antes de que hiciera impacto.

Se estimó que impactaría en Sudráfrica y terminó haciéndolo en Botsuana, un país al sur de África. Una cámara de seguridad capturó el impacto.

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En 2005, el Congreso de Estados Unidos le pidió a la NASA que identificara para 2020 el 90% de los asteroides cercanos a la Tierra de un tamaño de 140 metros o más. Sin embargo, algunos científicos estiman que esta tarea les tomará por lo menos otros 30 años, debido a las limitaciones tecnológicas.

Pero existe un proyecto en desarrollo con el que pretenden acelerar el proceso, se llama NeoCam y se tratará de un telescopio espacial lo suficientemente potente para detectar amenazas externas en forma de meteoros.

Sin iniciativas como esta, a los científicos les tomaría décadas identificar amenazas celestes desde el terreno.

Fuente:

BBC Mundo