Consecuencia del auge del veganismo y la búsqueda de alternativas para reducir el consumo de productos de origen animal, en los últimos años, se ha disparado el consumo de alternativas vegetales a los alimentos tradicionales. Por ejemplo, en Estados Unidos, el consumo de leche de almendras aumentó en más de un 250% en los últimos cinco años.

Conocemos el impacto de los productos de origen animal en el ambiente, sin embargo, no existen tantos datos con respecto a las nuevas opciones vegetales.

En el caso de la leche de almendras, sus aspectos positivos son conocidos: es baja en calorías, apta para veganos y, cada vez más, es un alimento que está disponible en tiendas y cafeterías. Sin embargo, algunos afirman que su creciente popularidad tiene un alto costo ambiental.

Según un nuevo informe del diario británico The Guardian, las crecientes demandas de la industria de la almendra de California -cuya región del Valle Central es responsable de más del 80% del suministro mundial de este fruto- están poniendo una enorme presión sobre las colmenas de las abejas que se utilizan para polinizar sus huertos, acabando con miles de millones de abejas en cuestión de meses.

Una encuesta de apicultores comerciales encontró que 50 mil millones de abejas murieron en solo unos meses durante el invierno de 2018-19. "Mi patio está actualmente lleno de pilas de cajas de abejas vacías que solían contener colmenas sanas", dijo Dennis Arp, apicultor comercial.

A qué se debe

Los apicultores creen que la elevada tasa de mortalidad entre las abejas que polinizan las almendras se debe, en parte, a las enormes cantidades de pesticidas utilizados en este fruto.

Además, la polinización de las almendras es especialmente exigente para las abejas ya que necesitan despertarse de su período anual de letargo invernal uno o dos meses antes de lo habitual para comenzar. Luego, una vez que comienzan, un gran número de abejas se concentran en pequeñas áreas geográficas, lo que facilita la propagación de enfermedades entre ellas.

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(Fuente: Unsplash)

"Las abejas de los almendros están siendo explotadas y no se les respeta”, sostuvo Patrick Pynes, apicultor orgánico profesor de la Universidad del Norte de Arizona en Flagstaff. “Están en grave declive porque nuestra relación humana con ellas se ha vuelto muy destructiva”, agregó.

Sin embargo, algunos especialistas e instituciones -como el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) de España- aseguran que si bien los insecticidas y productos químicos que se utilizan en los cultivos tienen el potencial de dañar a las abejas, estas están expuestas a una gran variedad de otros productos potencialmente tóxicos. Es por eso que están adaptadas a tolerar e, incluso, prosperar en presencia de compuestos tóxicos.

Además, basándose en un estudio que analiza desde una perspectiva global la conservación de las abejas, el INIA sostiene que, la principal amenaza para la desaparición de las abejas es “la pérdida de su hábitat”.

En cuanto a las estrategias de conservación, el estudio sostiene que es fundamental reducir al mínimo la pérdida de su hábitat, hacer que los hábitats agrícolas sean favorables a las abejas, determinar el impacto de las plantas, los animales, los parásitos y los patógenos invasores e integrar esta información para comprender el posible impacto del cambio climático en la diversidad actual de las abejas.

Qué podemos hacer

Con el fin de mejorar el proceso de polinización, algunas organizaciones han lanzado programas para ayudar a proteger a las abejas y señalar a los consumidores cuáles son los productos que se han elaborado con métodos amigables con ellas.

Por ejemplo, la organización sin fines de lucro Bee Better, se asocia con los cultivadores de almendras para aumentar la biodiversidad para las abejas en sus arboledas mediante la plantación de flores silvestres, mostaza y trébol entre las hileras de almendros.

Si queremos seguir consumiendo almendras -y su leche- es fundamental tomar consciencia de su impacto ambiental y luchar por generar un cambio en las formas de producción: desde el hacinamiento de las abejas durante la polinización de los almendros, hasta los pesticidas que se usan para las plantas, que afectan directamente a estos animales.