En una Roma completamente desierta destaca la multitud en el mercado de productores locales de Tiburtina, en la periferia de la ciudad, donde los clientes pueden hacer la compra para ellos, pero también dejar pagada una bolsa que más tarde se repartirá a los más necesitados en esta crisis.
Se trata de la "spesa sospesa" o "compra pendiente", iniciativa que nació en Nápoles, en el sur de Italia, y por la cual los vecinos hacen la compra para aquellos que no se lo pueden permitir, algo que los agricultores de la región del Lacio han emulado para donar sus productos de proximidad.
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"Hacemos una recogida de productos y después los repartimos a las ONG, para que los distribuyan a las personas necesitadas", explica a Efe Renato, de Campagna Amica, fundación de la patronal agrícola italiana Coldiretti que ha puesto en marcha el proyecto.
En el mercado, que reabrió por primera vez el 3 de abril desde que Italia decretó el confinamiento de la población, decenas de personas hacen cola para poder adquirir los productos de los agricultores locales y tal vez dejar pagado un paquete que después se donará.
Además de la "spesa sospesa" en los mercados, los agricultores y ganaderos han puesto en marcha el reparto a domicilio de forma gratuita a aquellos que tienen dificultades para desplazarse, como los ancianos o los enfermos con coronavirus.
"Solo en la región del Lacio hay más de 263.000 personas en condiciones de pobreza, pero el número puede ser mucho más alto por la pérdida de puestos de trabajos en esta crisis", aseguró en una nota el presidente de Coldiretti, David Granieri.
En los paquetes que se donarán, los productos son todos "Made in Italy, frescos y de calidad", afirma Coldiretti, cuyos agricultores también sufren su parte de esta crisis económica, que ha reducido considerablemente la mano de obra que necesitan.
La iniciativa del mercado permitirá abastecer a 1.500 familias, según la organización, que llegó a un acuerdo con la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, y con asociaciones benéficas como Cáritas o la Comunidad de Sant'Egidio para repartir los paquetes.
Originalmente la idea nació hace más de un siglo con el "caffè sospeso" de Nápoles, el "café pendiente" que los clientes dejaban pagado en un bar y que podía consumir la siguiente persona que no pudiera pagarlo, una cadena de solidaridad anónima que se extendió a más ciudades de todo el mundo.
En la misma ciudad del sur de Italia, con un gran porcentaje de personas vulnerables, surgió hace pocos días la adaptación de la "spesa sospesa" que incluso se llevó a cabo con cestas colgadas de los balcones, en las que se podía leer "Quien pueda, que deje; quien no pueda, que tome".
Más tarde asociaciones, empresas y particulares se unieron en otras ciudades del país como Milán, Roma o Brindisi para reproducir este proyecto, en un contexto en el que miles de personas han perdido sus puestos de trabajo y ven peligrar su sustento.
La emergencia sanitaria del coronavirus en Italia se ha transformado en una crisis económica, agravada por el cierre de negocios que dura ya más de tres semanas y que tiene en vilo a los trabajadores más precarios.
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Fuente: EFE