Las disculpas son una lección de humildad, pues hacerlo implica reconocer que eres humano y te equivocas. También significa que eres consciente de tu error y que estás dispuesto a rectificarlo.
Pedir perdón es importante en cualquier ámbito de la vida, pero lo es más aún cuando se trata de forjar el carácter de los más pequeños.
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Ofrecer disculpas te ayuda a crecer como persona. Pero no se trata solo de decirlo. Para que la lección esté completa, es decir, para realmente aprender de los errores, es necesario tomar acciones para enmendarlos.
Con los niños no es diferente. No importa si no es tu hijo, también aplica para un pequeño cercano, como un sobrino.
Una forma adecuada de ofrecer disculpas sería decir: "me equivoqué y voy a intentar repararlo".
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Seguro te preocupe mucho dar una imagen que imponga respeto a tus pequeños, que te haga ver como una persona fuerte. Si es así, es posible que creas que pedir disculpas puede resultar contraproducente, pero no es así.
El respeto no se logra si no hay una buena comunicación. Esto no solo implica aconsejar al niño ante las dificultades, sino también analizar tus acciones y, de ser necesario, aceptar que te equivocaste.
Ofreciendo disculpas le aportas a tus hijos: seguridad, confianza, empatía y asertividad. Y no solo eso: también los ayudas a integrar el perdón como herramienta personal.
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