Queremos recordar la conmovedora hazaña del gato que alimentó a una familia durante la invasión nazi. La fidelidad de Vaska, así se llamaba la mascota, ha quedado inmortalizada en esculturas de un museo.

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Sucedió en la ciudad de Leningrado

Esta ciudad, actualmente conocida como San Petersburgo, fue atacada por los alemanes el 8 de septiembre de 1941. El largo asedió perduró hasta 1944. La población de la ciudad soportó varios años las batallas.

Fue uno de los episodios más cruentos de la Segunda Guerra Mundial. La gente tuvo que comer palomas, roedores y hasta hubo casos de canibalismo. Los nazis cercaron la ciudad e impedía la llega de suministros.

En este escenario, destaca la historia de una familia y su gato llamado Vaska. Un museo de San Petersburgo rememora anécdotas del sitio padecido por las tropas alemanas, con testimonios acerca de este felino.

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Leningrado bajo el asedio de los Nazis. Fuente: La Vanguardia

El gato Vaska proveyó de alimentos a la familia

Este testimonio quedó referido por la nieta de la dueña del felino. En una de las casas de la ciudad acosada por los nazis, vivían varias mujeres. Vaska salía todos los días y regresaba con roedores que cazaba en sus andanzas.

“Cada día, Vaska salía a cazar y traía de regreso a casa un ratón o incluso una gran rata. Mi abuela destripaba a los ratones y hacía estofado, mientras que con las ratas lograba hacer un buen goulash”, comentaba la nieta.

En una situación de emergencia, la familia tuvo que comer carne de ratones. El gato cumplía a diario con traer algo de comida. Además, no comía la carne de los roedores: los entregaba enteros a la familia para comer.

“El gato siempre se sentaba junto a ella [la abuela) y esperaba su turno para comer. Durante la noche, los tres se metían bajo la misma frazada y él las adormecía con su ronroneo”, continuaba la nieta contando lo sucedido.

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Fuente: La Nación

También cazaba pájaros para familia

La abuela atraía a las aves con migajas de pan y el felino las capturaba. Así pudieron sobrevivir todo el ataque alemán. Luego, cuando la guerra terminó, la abuela cuidó del gato y lo consintió, hasta que el felino murió en 1949.

En San Petersburgo hay museos dedicados a recordar la guerra, en los cuales hay esculturas del gato Vaska. Hay diversos libros donde se relata esta historia, la cual demuestra que los gatos son en realidad animales muy fieles.

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¿Imaginabas que una familia fuese alimentada por un gato? El afecto gatuno si existe, pero a veces pasa desapercibido. En este caso, el gato Vaska siempre estuvo pendiente de localizar comida para la gente con la que vivía.

Fuente: La Nación.