En Suecia muchos preescolares estatales están en la cruzada por una deconstrucción del género. Los educadores están en las aulas enseñándoles a niños a combatir lo tradicional, no solo a contar o el abecedario.
Tal es el caso del preescolar Seafarer en Estocolmo, que cuando los niños tenían apenas dos años las maestras identificaron un problema: estaban demasiado inquietos y centrados en sí mismos. Los niños gritaban, golpeaban y pataleaban. Su inquietud estresaba enormemente a sus maestras; las niñas, en cambio, solo lloraban, se quejaban y pedían favores a los adultos. A los docentes les inquietó verlos y reconocer en ellos el estereotipo del género perfectamente reproducido: los niños comenzaban a amenazar con una masculinidad más cultural que biológica; sus compañeras, con esa condescendencia con la que lamentablemente asociamos al género femenino.
En esta escuela, la dirección no acepta esas imposiciones de género. Así que los maestros sacaron de las aulas todo lo que pudiese dividirlos, y convertirlos en estereotipos de lo que creemos de un niño y una niña: sacaron cochecitos, muñecas, pelotas, figuras de acción. Los niños fueron enviados a la cocina, y a las niñas las pusieron a gritar “¡no!”.
- En ese país, realizar esto por parte de la institución educadora, está permitido y es celebrado.
Muchos de los maestros de los preescolares suecos, no se refieren a los alumnos como “él” o “ella”. Prefieren hacer otras cosas. Son llamados por sus nombres, o les dicen “amigo”. Los juegos también se organizan de manera que los niños no se dividan por género. Deben aprender que todos tienen las mismas capacidades para desenvolverse tanto en juegos de gran demanda física, como en otros que les sugieran mayor contemplación y paciencia.
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Durante el año 2012, se introdujo legalmente un nuevo pronombre para que los maestros llamasen a sus niños de forma neutral: “hen”. Las instituciones de educación suecas lo han ido adaptando de a poco. A pesar de que, en un principio, había establecimientos que estaban plenamente en contra de una sugerencia de deconstruir el género, el hen se ha ido tomando cada vez más escuelas en el país.
Según los lingüistas del mundo, es la primera nación en adoptar una medida de esta naturaleza.
Un estudio designó a estos pequeños estudiantes como “preescolares de género neutral”. Según sus conclusiones, algunos comportamientos pensados como conductas “biológicas” desaparecen cuando se les da a los alumnos un pronombre que no refiera a ningún género. Los niños de esta escuela no demuestran preferencia por compañeros de juego del mismo género. Niños y niñas piensan que ambos tienen mismas aptitudes para juegos asociados a tareas domésticas o al fútbol. Sin embargo, los especialistas aseguran que los infantes siguen percibiendo el género de la misma manera que antes: haciendo una asociación directa con el aspecto físico.
En Trodje, una pequeña ciudad que no superó los 333 habitantes en su censo del 2010, Ingemar Gens, un periodista que incursionó en la antropología y la teoría de género, tuvo una idea. Él venía estudiando a una serie de suecos que buscaban esposas tailandesas por correo. Por sus investigaciones, fue nombrado “experto en equidad de oportunidades” de su distrito, y desde ahí, quiso romper con la norma de la masculinidad fría e impasible.
Para atacar el problema desde la raíz, comenzó desde el preescolar. Principalmente, por la cantidad de horas diarias que los niños suecos invertían en los establecimientos educacionales. Pasó por muchos sugiriendo su idea y, finalmente, dos escuelas decidieron adoptar su modelo. Su nombre era “estrategia de compensación de género”. Los profesores separaron a niñas y niños durante una parte del día, y les enseñaron “normas culturales” apegadas al otro género.
Los niños debían sentarse en el suelo y masajearse los pies entre sí. Las niñas tuvieron que salir al patio, caminar descalzas en la nieve. Gritaron al vacío hasta que sus cuerdas vocales no dieron más. Las críticas no se tardaron nada en caer sobre el periodista, lugar en el que a fines de los 90 era uno de los países con la masculinidad más tradicional y estoica de toda Europa.
“Nos dijeron que estábamos adoctrinando a los niños. Yo digo que es algo que siempre hacemos. La crianza es adoctrinamiento”.
Después, pasó a dejar de separar a los niños. Propuso un enfoque “género neutral” que buscaba, a grandes rasgos, eliminar las diferencias entre los niños y las niñas del salón. Desde entonces, la propuesta de Gens comenzó a correr de boca en boca. Llegó como un enorme grito al gobierno. En 1998, Suecia ya añadía una nueva forma de expresión a su programa de estudios nacional. Esta tenía una exigencia para los preescolares: contrarrestar tanto los roles como los patrones de género tradicionales. El programa comenzaba a exigir que los niños explorasen por fuera de sus limitaciones del rol que les imponía su género.
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A pesar de que parece que estos nuevos métodos muestran un panorama prometedor para la educación europea, e incluso mundial, hay un importante sector conservador que se opone a estas medidas. El partido de extrema derecha Demócratas de Suecia, que está en el poder desde el 2014, ha amenazado constantemente con suspender las enseñanzas que “buscan cambiar el comportamiento y la identidad de género de todos los niños y jóvenes”.
Fuente:
UPSOCL