Algo que años atrás hubiera sido una idea para un film futurista se volvió real. Ya no nos llama la atención ver celulares filmando y sacando fotos en cualquier parte: de la lluvia, del sol, de la comida, de uno mismo, etc, etc. Parece a veces ser condición de hacer algo, publicarlo en alguna red, sobre todo en Instagram, que se ha vuelto como espiar el minuto a minuto de la vida de otros.
Pero eso que vemos o que nosotros publicamos también es una edición. Es decir que ha sido pensado para ese fin. Puede no ser tal cual, estar retocado, editado o simplemente no ser real. Aunque así lo parezca…
[También te puede interesar:Qué es la postverdad y por qué debería importarte]
Eso pasa mucho con las fotos también. Las posibilidades tecnológicas han hecho que todo pueda verse estéticamente atractivo.
Pero en esta lógica, mejor no dejarse atrapar por el ego.
[También te puede interesar:Esta mujer se volvió viral en Instagram por mostrar su cuerpo real tras el parto]
No idealices
El primer consejo es modificar la mirada. No veas los perfiles de los demás como ideales a alcanzar; no te compares o creas que eso que se muestran es la pura verdad. Nadie pública momentos de crisis o caras lavadas. Pero eso no quiere decir que no existan. Nadie ni nada es perfecto.
No te midas por likes o seguidores
No estés tan pendiente de cuántas personas más o menos te siguen, o quieras responder a lo que tiene más likes. No busques la aceptación hacia afuera.
Deja un poco el celular
No hace falta que graves o fotografíes todo lo que haces. Disfrútalo. Deja un poco de lado el celular y vive tu momento presente.
No dejes que los comentarios te lastimen
Así como no debes dejar que otros incidan en qué publicar para tener más reacciones, tampoco debes dejar que lo que digan los demás te hiera. Para eso es fundamental que trabajes y fortalezas tu amor propio.
Rodéate de personas que te quieran
Más allá de cuántas personas te sigan, cuando necesitas un abrazo, un consejo o simplemente hablar con alguien no lo publicas en Instagram. Cuida esos vínculos que son, al fin y al cabo, los que te hacen crecer, te nutren y te acompañan en tu crecimiento.