Los divorcios y separaciones después de relaciones largas y que habían apostado a durar para siempre pueden ser muy dolorosas. Incluso, pueden cambiar sustancialmente la vida de las personas.
Sin embargo, cuando una relación no da para más, tomar la decisión de separarse puede ser sanadora. A veces los ciclos deben terminar, incluso esos que en algún momento esperaste que fueran eternos.
Aunque cada relación es única, y por ende lo es también cada separación, diferentes expertos en relaciones afirman que en realidad hay situaciones que se repiten. Hablando específicamente de divorcio, estos consultores aseguran que hay tres causas que llevan a la separación en la mayoría de los casos.
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¿Quieres saber cuáles son?
Incapacidad para mejorar después de las discusiones
Todas las parejas tienen discusiones y desacuerdos, incluso las más unidas. La cuestión es que, para que la pareja continúe funcionando, esos altercados tienen que dejar algo provechoso.
Las relaciones que logran aprovechar estas crisis para mejorar y salir fortalecidas, terminan siendo largas y satisfactorias.
En cambio, las parejas que no logran cambiar nada después de una discusión, que no pueden ponerse en el lugar del otro ni encontrar lugares de acuerdo, indefectiblemente terminarán alejándose.
Crecer diferente
Esta es posiblemente la causa más frecuente de divorcios, o al menos así lo sugieren algunos estudios al respecto. Y aunque parece un concepto no demasiado concreto, es bastante fácil entenderlo.
Simplemente, dos personas que se conocen de jóvenes y viven muchos años juntas, cambian. A veces, esas transformaciones son parejas, y ambos evolucionan hacia los mismos lugares, dando espacio a una relación más madura pero igual de comprometida.
Pero a veces, cada una cambia a su manera. Y en algún momento, descubren que ya no tienen nada en común con esa persona con la que alguna vez tuvieron un Universo entero.
De acuerdo con los expertos, esta clase de separación desmiente la idea de que las parejas que se divorcian han fallado de alguna manera. En cambio, solo sucedió lo que debía suceder: la relación se apagó poco a poco.
Perder el control
Todos alguna vez hemos perdido el control en una discusión. No, no hablo de violencia (al menos, no física). Sino de esa pérdida del dominio de uno mismo, cuando algo que la otra persona hace te hiere, y que te convierte en alguien totalmente cegado por la ira, el dolor y la pena.
Cuando esto sucede, vemos a la otra persona como una amenaza. Nuestro cerebro y todo nuestro cuerpo se comporta como si estuviéramos corriendo un gran peligro, y solo podemos reaccionar de forma instintiva, casi sin pensar.
Muchas parejas se divorcian porque, en algún punto, empiezan a hacer de esta respuesta su costumbre ante cualquier discusión. Dejan de escuchar al otro, de argumentar racionalmente, de buscar soluciones. Simplemente, se sienten permanentemente amenazados y a la defensiva.
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Estas son las causas más comunes reportadas por especialistas, aunque por supuesto no son las únicas. Sin embargo, ayudan a entender mejor el proceso de separación de todo tipo de parejas.
¿alguna de estas causas te llevó alguna vez a una separación o divorcio? ¡Déjanos tus comentarios!
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