No sería nada inusual que alguna vez hayas comido alimentos que estaban más cocidos de la cuenta, con esas conocidas manchas negras que hay que raspar para que desaparezcan.

A algunos les gusta el sabor de la comida ligeramente quemada (por ejemplo, en las patatas fritas), pero diversos estudios han demostrado que puede tener efectos muy indeseables y peligrosos a largo plazo.

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Patatas quemadas sobre una tabla de madera

Gran parte del problema es la presencia del químico conocido como acrilamida, que se forma a partir de los azúcares y aminoácidos de algunos alimentos.

"El proceso químico que causa esto se conoce como la reacción de Maillard, que también oscurece los alimentos y afecta al sabor”, explican desde la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan).

La presencia de la acrilamida en la alimentación incrementa el riesgo de desarrollo de cáncer, principalmente en el riñón, el endometrio y los ovarios. En respuesta a su peligro, la Unión Europea trabaja en una nueva regulación para limitar su consumo.

Pero, ¿cuáles son los alimentos donde se halla con más frecuencia? Para empezar, las patatas fritas son el mayor "enemigo": representan hasta el 49% de la exposición media a este compuesto.

También son arriesgados el café (34%), el pan blando (23%), y en menor medida, las galletas saladas, el pan crujiente y otros productos derivados de la patata.

Los cereales de desayuno, los pasteles y productos de confitería también presentan un riesgo, sobre todo en niños y adolescentes.

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Tres rebanadas de pan quemado sobre un plato

Por si fuera poco, la acrilamida no es la única sustancia de la que debemos protegernos, pues también existen las aminas heterocíclicas, presentes en la carne asada a la parrilla o a la barbacoa, el pescado y los mariscos.

De nuevo, esta sustancia aparece cuando las comidas se cocinan a una temperatura superior al límite seguro. Si consumimos comidas con alguno de estos dos químicos con frecuencia, nuestro cuerpo dejará de procesarlos con eficacia, y se acumularán, aumentando el riesgo de cáncer.

La pesadez estomacal, acidez, molestias digestivas u otras enfermedades gástricas pueden aparecer como resultado de su consumo. Pero la degeneración de las células, la aparición de dolencias hepáticas y los agentes cancerígenos son los efectos que más preocupan a la comunidad médica.

Para protegernos, debemos tener precaución cuando cocinamos los alimentos mencionados anteriormente. Esta es la única manera de evitar el daño causado por estas sustancias.

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Fuente:

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