En los campos esotéricos y místicos es común escuchar hablar del aura, un campo energético multicolor que emana nuestro cuerpo, y que es invisible para la gran mayoría de los seres humanos. Por supuesto, no existe evidencia directa de la existencia del aura, pero eso no evita que muchos crean en su energía.
Pues luego de muchos años y especulaciones, la ciencia se ha puesto de acuerdo y también ha demostrado que los seres humanos estamos rodeados por un aura, que ha sido bautizada como exposoma humano, y aunque parezca confirmar todas estas creencias, realmente no tiene nada que ver con las energías corporales o espíritus.
El término se usa para describir la nube personal de microorganismos, elementos químicos y otros compuestos que en efecto rodea nuestros cuerpos y va siempre con nosotros.
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El exposoma es el centro de un estudio realizado desde hace cinco años por un grupo de científicos de la Universidad de Stanford, California, EE.UU. El estudio publicado en la revista Cell demuestra que se pueden medir los niveles individuales de los elementos del ambiente a los que está expuesta cada persona.
De esta manera, se podrían estudiar y prevenir padecimientos como el asma y las alergias, según Michael Snyder, director del estudio. El experimento se basó en la aplicación de un pequeño dispositivo en el brazo de 15 voluntarios expuestos cada uno a diferentes localizaciones mientras el dispositivo absorbía muestras de sus “órbitas” personales, como el ambiente que los rodea.
Los elementos que recogió el dispositivo, tanto hongos como virus y bacterias arrojaron secuencias de ADN y ARN que conformaron un perfil genético único para cada individuo. El estudio dio miles de lecturas, provocando que los científicos acumularan una gran base de datos.
Snyder, quien también utilizó un dispositivo, encontró en el suyo compuestos como el polen de eucalipto, probable causa de una alergia sufrida anteriormente. ¿Será que en futuro analizarán nuestros exposomas para hallar la causa de algunas enfermedades o condiciones?
La importancia del estudio radica en la potencia del exposoma individual, ya que hasta ahora solo se habían realizado experimentos a escala colectiva. Esto evidencia que cada persona tiene su propia “nube” personal, cuya composición se ve influenciada por las nubes de los demás y del ambiente que los rodea.
Si bien esto puede parecer una especie de “falsa alarma” para las personas que creen en las energías individuales, es un gran paso adelante que puede llevar a avances médicos que de momento no podemos anticipar. A medida que conozcamos más al respecto, mejor sabremos cómo afecta nuestro pequeño ecosistema propio.
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