El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un microorganismo que infecta las células del sistema inmunitario y las destruye, o trastorna su funcionamiento. Esto lleva al deterioro progresivo de dicho sistema y, por lo general, acaba produciendo una deficiencia inmunitaria; esto significa que el sistema inmunitario ya no puede cumplir su función de combatir las infecciones y otras enfermedades.
Cuando la infección por VIH avanza da lugar al SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), que se define por la aparición de alguna de las más de veinte "infecciones oportunistas", que son enfermedades asociadas al VIH, muy graves en las personas que tienen su sistema inmune debilitado.
El VIH se puede transmitir por las relaciones sexuales sin protección con una persona infectada, por la transfusión de sangre contaminada, por compartir agujas, navajas o jeringas, o de madre a hijo durante el embarazo, el parto o el amamantamiento cuando no hay un tratamiento adecuado para prevenirlo.
Desde su aparición hasta ahora, el tratamiento del VIH ha evolucionado y se ha convertido en una enfermedad que puede mantenerse controlada durante varias décadas llevando una vida normal. Sin embargo, hasta ahora no tiene una cura definitiva al alcance de las personas infectadas. Pero esto podría estar a punto de cambiar.
El virus acaba de desaparecer de la sangre de un paciente británico de 44 años, cuya identidad permanece reservada, como resultado de un tratamiento experimental en el que están trabajando cinco prestigiosas universidades del Reino Unido (Oxford, Cambridge, Imperial College, University College y King's College).
El tratamiento, que tiene dos fases (una consiste en modificar al virus para que pueda ser detectado por el sistema inmunológico; y la otra, en eliminarlo), está siendo probado en 50 pacientes. El caso que se ha dado a conocer hace un día es el primero en el que se ha demostrado que el virus ha desaparecido.
Este resultado es alentador, aunque los médicos han señalado que aun es temprano para celebrar la cura definitiva, ya que deben repetirse exámenes al paciente cada varios meses para comprobar que el virus no regresa. El VIH es un virus que se puede esconder muy bien, por eso solo puede detectarse en una persona varios meses después de que ésta se haya contagiado.
Existe evidencia de al menos otros dos casos de personas con VIH en las cuales el virus ha desaparecido anteriormente: una joven francesa que nació con el virus y recibió tratamiento intensivo en las primeras seis semanas de su vida; yTimothy Ray Brown, conocido como "el paciente de Berlín", quien dejó de presentar rastros del virus en su sangre luego de someterse, en 2007, a un tratamiento de radioterapia y a un trasplante de médula para curar una leucemia. En ese caso, lo que hizo desaparecer el virus fue aparentemente una combinación de factores: la radioterapia, que destruyó las células enfermas del paciente, y el trasplante, que provenía de un donante con una mutación genética extraña, que vuelve a quienes la poseen resistentes al virus.
Lo que diferencia al nuevo caso del Reino Unido es que, de comprobarse que este tratamiento funciona, podría aplicarse a los millones de portadores del virus del VIH que hay en el planeta. La ONU estima que son más de 38 millones.
Aunque aun falta para que podamos celebrar el hallazgo definitivo de la cura contra el SIDA, éste es un avance digno de festejarse, en un mundo en el cual muchas veces las compañías farmacéuticas están más preocupadas por hacer buenos negocios que por hacer algo por la salud de la población.