Así como Antonio Berni, en Argentina, creó a Juanito Laguna y Ramona Montiel, dos niños pobres de las grandes urbes de América Latina que representan a todos los chicos que viven en situaciones de pobreza, este artista brasileño llamado Virk Muniz, también ha creado obras de arte increíbles utilizando como materia prima, materiales de desecho.
Nacido en un hogar humilde de São Paulo en 1961, Vik Munizaprendió a convertir la basura en arte. En sus obras, utiliza latas oxidadas, llantas desinfladas, botellas de gaseosa vacías, tapas de inodoros desechadas y muchos otros materiales para construir imágenes poéticas y enigmáticas.
Muniz pasó tres años en el basurero más grande del mundo, ubicado en Río de Janeiro, para crear su serie Imágenes de basura (2008). Allí conoció a un grupo de personas que sobrevivían vendiendo los materiales reciclables que encontraban en el basurero.
Y fue ahí que se le ocurrió cambiar la vida de esas personas con los mismos materiales con los que trabajaban. Tomó fotos de los recicladores en medio del basurero y luego las reconstruyó utilizando los objetos que ellos recolectaban. Después las fotografió, las enmarcó y las puso a la venta.
Uno de los recicladores estuvo presente en la subasta en la que su imagen fue vendida en 50 000 dólares. Al oír la cifra, el humilde joven no pudo contener el llanto. El retrato, que revelaba tanto la dignidad como la desesperación de su oficio, transformaría su vida, ya que todas las ganancias fueron para él y sus compañeros.
Nombrado embajador de buena voluntad de la ONU, Muniz cree que cualquier material tiene el potencial de convertirse en arte y transformar la manera en que las personas ven el mundo: alambre, hilo, chocolate, azúcar, tierra, polvo, caviar, algodón, entre otros. Su trabajo se ve reflejado en colecciones en Nueva York, Washington, Londres, Tokio, Madrid y París, entre muchas otras.
Algunos materiales son más difíciles de manejar que otros. Para trabajar con azúcar, como ocurre con la tierra, hay que ser delicado y usar copitos o algodones húmedos. Para trabajar con chocolate se necesita rapidez, ya que se seca muy pronto y solo puede ser manipulado en el transcurso de una hora. Pero para Muniz no es problemático aprender a emplear el material, siempre y cuando éste le permita comunicar algo y, sobre todo, crear una ilusión.