Selfies, palos de selfies, Harlem shakes, the floor is lava, Candy Crush, planking, unboxing, pornfood, Pokémon Go, bird box challenge, mannequin challenge, kiki challenge, emojis y tiktoks: todos hemos visto cómo estas tendencias se han apoderado de nuestras vidas. Sin embargo, surge una pregunta inquietante: ¿nos estamos volviendo más tontos? Diversos artículos sugieren que sí, basándose en estudios que muestran una disminución en el coeficiente intelectual promedio de ciertas poblaciones. Pero esta idea simplifica y reduce la idiotez a una mera deficiencia intelectual, sin considerar su complejidad.

Es importante cuestionar si la idiotez puede ser simplemente una falta de inteligencia. La realidad es que la idiotez puede manifestarse de muchas formas más allá de la capacidad intelectual. Por ejemplo, actos de violencia o de opresión pueden considerarse mucho más idiotas que un simple error matemático. Reducir la idiotez a un número en un test de inteligencia puede ser tan limitado como medir toda la inteligencia humana de esa manera. La idiotez, tal vez, desborda las fronteras de lo puramente intelectual. Además, hay comportamientos que, aunque aparentemente no involucren un alto nivel de inteligencia, pueden ser bastante dañinos o peligrosos, lo que nos lleva a replantearnos nuestra definición de idiotez.

¿Podría la idiotez tener una función?

¿Podría la idiotez tener alguna función en nuestras vidas? Antes de decidir si es algo que debe ser erradicado, es vital preguntarse si cumple algún propósito. Nuestros juicios sobre la idiotez y la inteligencia merecen un examen más detenido. Si consideramos la idiotez solo como una deficiencia intelectual, ¿es correcto combatirla exclusivamente con inteligencia? Tal vez, idiotez e inteligencia no sean simples opuestos, sino que podrían estar interrelacionadas de maneras que aún no comprendemos completamente. Por ejemplo, podríamos considerar que ciertos actos de creatividad o innovación, que en su momento parecían idiotas, resultaron ser cruciales para avances significativos.

Estas preguntas no solo plantean problemas de conocimiento, sino también problemas éticos. Este artículo pretende indagar de la manera más imparcial posible qué es realmente la idiotez, ofreciendo una definición honesta y detallada. La reducción de la idiotez a la falta de inteligencia trae consigo estigmas y prejuicios. Así, surge la dificultad de decidir si debemos eliminar la idiotez y si es viable hacerlo solo mediante el fortalecimiento de la inteligencia. Además, se plantea la cuestión de bajo qué condiciones la idiotez podría dejar de ser percibida como algo negativo.

La relatividad de la idiotez

La idiotez es relativa: lo que es idiota para una persona puede no serlo para otra. Este hecho dificulta asignar un contenido específico y unívoco a la idiotez. Si la concebimos como una privación o carencia, solo podemos describirla en términos negativos. Esto complica darle un contenido positivo. Y si la idiotez es solo un valor que utilizamos para juzgar, no podemos definir su forma o naturaleza concreta. Entre la relatividad, la valoración y la negación, definir la idiotez se convierte en un desafío casi imposible. Además, este concepto relativo nos lleva a considerar cómo influyen las normas y valores culturales en nuestra percepción de la idiotez.

Un vistazo a la bibliografía existente

La bibliografía sobre la idiotez puede ser desorientadora. ¿Qué tienen en común el caso más severo de desorden mental en la psiquiatría clásica con el personaje sabio y profundo que protagoniza "El idiota" de Dostoievski? La idiotez parece abarcar tanto a individuos con limitaciones intelectuales severas como a personajes de gran inteligencia y profundidad filosófica. Esto demuestra que la idiotez no puede ser fácilmente categorizada o definida. Además, al examinar cómo diferentes culturas y periodos históricos han definido la idiotez, podemos observar que nuestras interpretaciones actuales pueden estar influenciadas por prejuicios y malentendidos históricos.

Peso cultural y lingüístico

La elección de palabras y términos influye en cómo percibimos la idiotez. Por ejemplo, la palabra francesa "bêtise" comparte raíz con "bête" (bestia), lo que le da a la tontería un matiz animal y brutal. Esta asociación histórica subraya cómo la idiotez ha sido comparada con comportamientos animales. La manera en que diferentes culturas y lenguas interpretan la idiotez puede variar significativamente, añadiendo capas de complejidad al intentar definirla. Además, es fascinante observar cómo términos similares en diferentes idiomas pueden tener connotaciones distintas, influyendo en nuestra percepción y juicio sobre lo que consideramos idiotez. Por ejemplo, en inglés, la palabra "foolishness" puede tener un matiz más ligero y juguetón que "stupidity", que suena mucho más despectivo.

Reflexionando

La idiotez, entendida como un concepto relativo y culturalmente cargado, desafía nuestras suposiciones sobre la inteligencia y el valor. La pregunta sobre qué es la idiotez no tiene una respuesta sencilla. En lugar de buscar eliminarla, tal vez debamos reconsiderar nuestras definiciones y los juicios de valor que conllevan. Al explorar estos temas, podemos abrir nuevas vías para entender y valorar la diversidad de capacidades humanas. Es posible que lo que hoy consideramos idiotez, en un contexto diferente, pueda ser visto como una forma de creatividad o pensamiento no convencional. Por lo tanto, es esencial mantener una mente abierta y estar dispuestos a reevaluar nuestras creencias y juicios. Tal vez, en un futuro, la comprensión de la idiotez pueda evolucionar y transformarse, así como nuestra percepción de la inteligencia ha cambiado a lo largo del tiempo.

Para poder avanzar en nuestra comprensión de la idiotez, es crucial que adoptemos una postura crítica y reflexiva. Debemos cuestionar los supuestos subyacentes a nuestras definiciones y estar dispuestos a considerar perspectivas alternativas. Solo de esta manera podremos desarrollar una comprensión más completa y matizada de la idiotez y su lugar en nuestras vidas y sociedades. A medida que continuamos explorando y redefiniendo estos conceptos, podemos esperar descubrir nuevas formas de valorar y fomentar la diversidad de pensamiento y capacidad humana.

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