El momento de dormir a un niño es muy importante, ya que implica que debe separarse de sus padres y quedarse solo, y eso puede generarle temor o ansiedad. Por eso, hay algunas herramientas que pueden ayudarlo a sentirse seguro y así hacer que gane autonomía y su descanso mejore.
Una de ellas es tan antigua como infalible: leerle un lindo cuento, uno que le deje una sensación positiva, que motive su imaginación de manera serena y relajada. En el Budismo, como camino espiritual de transformación, podemos encontrar historias que ayuden a un niño a tener dulces sueños.
Los cuentos budistas narran historias que nos hacen reflexionar sobre la vida, el amor, y los valores positivos. Además, la lectura es un momento de encuentro, y de imaginación conjunta, ¡y eso también es amor que se transmite!
Aquí te compartimos un breve cuento budista para que leas junto a un niño para que descanse bien.
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Siddharta y el cisne
Había una vez un rey y una reina que tuvieron un hijo y lo llamaron Siddharta. Cuando era niño, una persona muy pero muy sabia dijo que de grande sería un gran rey, pero que un día decidiría dejar el palacio donde viviría para ayudar a los demás.
A su padre no le gustó esa idea; quería que su hijo se quedara por siempre en el palacio y fuera un gran rey desde allí. Por eso, desde pequeño, lo llevó a que aprendiera con los mejores maestros.
Pero Siddharta era un niño muy curioso. Sobre todo, le gustaban los animales. Luego de sus lecciones, paseaba por el parque y los observaba. Por ejemplo, jugaba a imitar sus sonidos.
Un día, se encontró con un cisne herido por una flecha. Siddharta se la quitó con delicadeza, lo vendó y le dijo que no se preocupara, que él lo ayudaría a sanar. Pero, mientras lo cuidaba, apareció su primo y le dijo:
-¡Ese cisne es mío! Yo le pegué, me pertenece.
Siddharta no quería darle el cisne. Decía que el animal no era de su primo y que había que ayudarlo, pues estaba herido. Tan fuerte discutieron que ambos fueron a ver al rey para que los ayudara a solucionar la situación.
En el palacio escucharon los argumentos de los dos, y un viejo hombre dijo que el animal seguramente estaría mejor con quien lo salvó, no con quien lo golpeó.
El cisne, entonces, se quedó con Siddharta, quien lo curó y cuidó hasta que pudo volver con su familia.
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