La agresividad directa es fácil de reconocer. Cuando se expresa claramente, se da de manera palpable y sin dejar lugar a las dudas.
Pero hay una agresividad tan grave o a veces peor, que es la agresividad encubierta. En estos casos, lo que se hace es herir a otra persona pero de manera silenciosa. Es una agresividad sutil, camuflada.
Lo que tiene principalmente de malo es que la agresividad encubierta es que es mucho más difícil de manejar, puesto que al no ser directa se convierte en problemática. A veces ocurre que al combatirla nos sentimos los malos de la película, aunque no es así.
Por eso, si en tu pareja suceden estas cosas, deberías prestarles atención, porque no solo puede estar en riesgo la pareja, sino la salud e integridad de sus integrantes.
1. La mentira
Mentir es una manera de violentar a otra persona sin “hacerle nada”. Todos lo hemos vivido alguna vez. La mentira duele, molesta, pero es silenciosa.
Además, no molesta si no sale a la luz. Por un tiempo, la mentira no hace daño, pero cuando se descubre siempre termina resultando motivo de angustia. ¿Para qué entonces utilizarla?
Puede que haya algunas cosas que no se hablen en la pareja (aunque es mejor si se puede ser sincero en todos los casos). Pero si la mentira se vuelve, para alguno de los miembros de la relación, algo habitual, ahí hay un problema.
Si tu pareja no puede hablar contigo sin mentir, esa es una forma de agresividad.
2. Victimización
Es un modo de agresividad encubierta muy común, especialmente entre las personas manipuladoras. Cuando alguien se pone en el rol de víctima no se hace cargo de su parte de responsabilidad en las cosas.
Eso es agresivo para la otra persona (su pareja, en este caso). Pues si la pareja contesta no hará más que ratificar el rol de víctima al que el otro se está sometiendo.
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Finalmente, esta situación termina volviéndose muy difícil de sobrellevar. Estar al lado de una persona que siempre se pone en el papel de víctima puede ser muy desgastante emocionalmente. Pues al final, si la pareja es una víctima, uno es el “victimario”.
Si te sientes identificado con esta descripción, recuerda que tú no eres el culpable de todos los supuestos males de tu pareja.
3. Avergonzar
Que tu pareja se burle de ti en público es un claro ejemplo de agresividad encubierta. La humillación, incluso en forma de broma, es una manera de menospreciar a otro, de ponerlo en el lugar débil.
Si alguien te quiere de verdad no se burlará de ti, y mucho menos frente a otras personas. Por eso, si tu pareja tiene por costumbre hacerte quedar mal delante de todo el mundo, esa es una clara señal de agresividad encubierta.
4. Estar pero no estar
Si tu pareja no te escucha cuando le hablas, y finge siempre estar distraída cuando necesitas conversar de algo importante, ese es otro síntoma de agresividad encubierta.
Es una manera de menospreciar al otro. Indirectamente (y justamente, de manera solapada) se está enviando un mensaje claro: lo que tienes para decirme no me interesa.
Así, puede haber actitudes como el silencio, mirar a otras partes menos a la persona que le está hablando directamente, mostrar fastidio a la hora de escuchar a la otra persona.
Al final, lo que consigue el agresivo encubierto con estas actitudes es menoscabar la confianza de su compañero, y hacerle sentir que nada de lo que dice es importante.