La comunicación es uno de los elementos fundamentales que promueve el bienestar y el feedback es el puente e instrumento para facilitar el desarrollo de la misma.
El feedback, que significa retroalimentación en español, nos da la posibilidad de expresar la forma en que las palabras y los comportamientos de otros impactan en nosotros mismos mejorando así, el nivel de entendimiento, la comunicación y los vínculos con otros y, por ende, creando bienestar en nuestra vida.
A nivel organizacional, el feedback, permite una comunicación más transparente entre los líderes y colaboradores con el objetivo de alinear expectativas y mejorar el desempeño individual, buscando generar un impacto favorable en los resultados colectivos.
La pregunta que surge es: ¿cómo hacer un uso apropiado (y efectivo) del feedback de forma tal que sea enriquecedor para nuestra vida personal y laboral?
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El primer paso es crear las condiciones adecuadas y establecer un propósito claro -para qué- comprendiendo que, de lo contrario, se generará mayor confusión y malestar para los involucrados en cuestión. En muchas ocasiones, esto último sucede cuando no sólo el objetivo no está claro sino también cuando las preguntas y respuestas están enfocadas en juicios de valor o interpretaciones en lugar de buscar hechos y comportamientos –indicadores- que sirvan de invitación para mejorar, avanzar y crecer.
Partir de la base que todos somos observadores diferentes y, por ende, nuestras percepciones sobre una misma situación también lo son, es fundamental a la hora de sentar las bases y ser claros acerca del objetivo, previo a instrumentar la herramienta.
¿Qué es y para qué sirve este espacio? ¿Qué buscamos aportar-nos? Son preguntas disparadoras para hacernos antes de comenzar con el intercambio. Luego, será necesario diseñar las condiciones adecuadas para dar lugar a un espacio de feedback constructivo en relación a:
- Generar consciencia
Transmitir el impacto de éstos espacios en lo relativo al bienestar personal –individual- y colectivo.
Mostrar el vínculo que la comunicación tiene con el nivel de bienestar en nuestra vida, puede ser de gran utilidad a la hora de visibilizar el valor de la herramienta y concientizar sobre el tema.
Hacer parte a los integrantes y comprender el aporte que cada uno puede generar, invita a un mayor involucramiento y compromiso durante el proceso.
- Establecer un propósito claro
Definir cuál es el objetivo es aportar claridad y fomentar el uso eficiente de la herramienta: alinear las expectativas que pueden surgir (lo imaginado/esperado) y el propósito definido (lo real).
Dar lugar a un espacio de escucha y diálogo para inquietudes es fundamental en esta instancia en pos de generar apertura y confianza por parte de los involucrados.
- Crear un entorno seguro
Generar el contexto propicio para facilitar y garantizar la apertura de los participantes.
Dedicar el tiempo que se estime conveniente y evaluar cuál es el lugar más adecuado para realizar el encuentro. Elegir un espacio que sea cómodo y seguro para ambas partes: en algunas ocasiones, es preferible encontrarse en un lugar neutral, por ejemplo.
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- Apelar a acciones y comportamientos
Atender la forma en la que nos dirigimos hacia la otra persona, remitiéndonos a acciones concretas en lugar de hablar de opiniones, sin fundamento, y/o de características del otro.
Ser especifico, en lugar de generalizar, y, a su vez, hablar en primera persona y hacernos cargo. Un ejemplo de cómo hacerlo: “Cuando observo que sucede –x situación/acción- a mí me pasa y siento –x emoción-”.
- Atender las emociones
Registrar y tener presente la emocionalidad que atraviesa este tipo de encuentros.
Hacer preguntas orientadas a chequear las emociones es elemental a la hora de generar entendimiento y acercar percepciones. Buscar el involucramiento de ambas partes: ¿cómo ves/percibís esta situación? ¿qué te pasa a vos con este tema?
La calidad de la comunicación que mantuvimos con el otro deviene, en gran medida, de preguntarnos: ¿cómo llegué al encuentro? ¿cómo me voy? ¿percibo mayor claridad y comprensión? O, por el contrario, ¿siento mayor incertidumbre?
La instrumentación adecuada del feedback permite encontrar oportunidades de mejora a partir de compartir experiencias y enriquecernos con otros. Capitalizar estos espacios como una fuente de aprendizaje implica estar presentes y abiertos a una escucha atenta y curiosa, dándonos la posibilidad de que una mirada diferente nos invite a reflexionar, aprender y eventualmente a generar un cambio en nuestras vidas. Poner el foco en mejorar y evolucionar en lugar de quedarnos en la queja o en “querer tener la razón” es convertirnos en protagonistas y tomar dimensión que el cambio empieza en nosotros mismos y que, indefectiblemente, generará un impacto favorable en todos los ámbitos de los que seamos parte.