No siempre nos resulta tan fácil distinguir lo que ocurre al interior de nuestro cuerpo. Y, muchas veces, es ese mismo desconocimiento el que nos hace o bien asustarnos de sobremanera o, por el contrario, desestimar síntomas que requerirían atención.

Éste es el caso de los gases y un infarto; dos cuestiones que no tienen absolutamente nada similar en su gravedad ni causa ni consecuencias, pero sí algo en común: ambas generan dolor torácico.

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¿En qué se diferencian?

No siempre los gases resultan inofensivos. A veces pueden generar tanto dolor que pueden confundirnos y hacernos creer que algo grave está sucediendo en nuestro cuerpo.

Pero, en general, el dolor en el pecho que se produce por un gas se presenta de forma espasmódica y no prolongada en el tiempo. Además, se acompaña de molestias abdominales, inflamación, dolores en el estómago, vómitos, y otros síntomas. Una clave para detectar si se tratan de gases es chequear qué se ha comido recientemente. Por ejemplo, si has comido algo a lo que eres intolerante o suele generar flatulencias, como: porotos, garbanzos, peras, brócoli, refrescos, etc.

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Por el contrario, si un dolor en el pecho es causado por un infarto se percibe una opresión en esa zona que se mantiene en el tiempo. Además, ese dolor empieza a ampliarse a otras partes del cuerpo, como el brazo o la mandíbula, y se acompaña de síntomas como sudoración, náuseas o mareos.

¿Qué hacer?

Si tú o alguien a tu alrededor siente dolor en el pecho y no logra identificar que se trate de un gas o bien presenta alguno de los síntomas que mencionamos antes, es importante que recurra al médico en forma urgente para descartar cualquier problema cardíaco.

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Fuentes:

Los Andes

Salud