Investigaciones recientes indican que la edad biológica puede ser significativamente mayor que la cronológica en personas con múltiples infecciones virales o crónicas. Este envejecimiento prematuro del sistema inmune puede tener un impacto profundo en nuestra salud y calidad de vida.

¿Por qué un virus puede hacernos envejecer?

La información genética heredada de nuestros padres está almacenada en los cromosomas, estructuras de ADN que necesitan protección en sus extremos, los telómeros. Estos telómeros actúan como cascos protectores que evitan que los cromosomas se deshilachen. A medida que las células se dividen, los telómeros se desgastan progresivamente, un proceso conocido como acortamiento de telómeros. Cuando los telómeros se vuelven demasiado cortos, las células pierden su capacidad de división y función.

División celular y desgaste de los telómeros

Las células de nuestro cuerpo se renuevan continuamente a través de divisiones celulares, durante las cuales los telómeros se acortan un poco cada vez. Este acortamiento limita el número de veces que una célula puede dividirse antes de perder su funcionalidad. Factores como la etnia, el sexo, el estrés, la dieta y la exposición a enfermedades también influyen en la longitud de los telómeros.

A lo largo de la vida, nuestras células pasan por muchos ciclos de división para reparar tejidos, combatir infecciones y mantener las funciones corporales. Este proceso es esencial para la vida, pero tiene un costo: el desgaste de los telómeros. Con cada división, estos cascos protectores se acortan un poco más, acercando a las células a su límite de división. Cuando los telómeros se vuelven demasiado cortos, las células entran en un estado de senescencia, donde ya no pueden dividirse ni funcionar correctamente.

Impacto de las infecciones en los telómeros

Las células del sistema inmune se dividen y se expanden masivamente para combatir infecciones, lo que acelera el desgaste de sus telómeros. Cuantas más infecciones enfrentamos, más se acortan los telómeros de las células inmunes, conduciendo a un estado de inmunosenescencia, o envejecimiento del sistema inmune. Este fenómeno, conocido como "senescencia inducida por virus", se ha observado en pacientes con VIH, virus de Epstein-Barr, hepatitis C y, más recientemente, en aquellos gravemente afectados por COVID-19.

El impacto de las infecciones en los telómeros del sistema inmune es significativo. Cada vez que nuestro cuerpo combate una infección, las células inmunes se dividen rápidamente para enfrentarse al invasor. Este proceso, aunque necesario, lleva a un desgaste acelerado de los telómeros. Las infecciones crónicas y recurrentes pueden tener un efecto acumulativo, causando un envejecimiento prematuro del sistema inmune.

Consecuencias del envejecimiento inmunológico

El acortamiento de los telómeros y el envejecimiento del sistema inmune reducen la capacidad del cuerpo para defenderse de infecciones, aumentando el riesgo de enfermedades infecciosas. Además, un sistema inmune envejecido responde peor a las vacunas y tiene una menor capacidad para regenerar tejidos dañados, lo que puede llevar a secuelas a largo plazo y un mayor riesgo de otras enfermedades.

Las consecuencias del envejecimiento inmunológico son numerosas y graves. Un sistema inmune debilitado significa que el cuerpo es menos capaz de combatir nuevas infecciones y más susceptible a enfermedades crónicas. Esto puede llevar a una espiral de deterioro de la salud, donde las infecciones recurrentes y crónicas contribuyen al desgaste continuo de los telómeros y al envejecimiento acelerado.

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Infecciones respiratorias, cáncer y enfermedades autoinmunes

El envejecimiento inmunológico está relacionado con una mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias, urinarias, endocarditis infecciosa y septicemia, así como con enfermedades como el cáncer, el Alzheimer y las enfermedades autoinmunes. Estas últimas se producen cuando el sistema inmune ataca células del propio cuerpo, un error que es más probable en un sistema inmune deteriorado.

Las enfermedades autoinmunes, en particular, son una preocupación creciente. Un sistema inmune envejecido y desgastado por infecciones repetidas puede volverse más propenso a atacar el propio cuerpo, causando una variedad de enfermedades debilitantes. La conexión entre el acortamiento de los telómeros y la aparición de enfermedades autoinmunes subraya la importancia de mantener un sistema inmune saludable a lo largo de la vida.

La necesidad de más investigación

La relación entre infecciones y envejecimiento a través del desgaste de los telómeros subraya la necesidad de investigaciones más profundas. Comprender mejor estos procesos nos permitirá desarrollar estrategias para mitigar el desgaste de los telómeros y, en última instancia, mejorar la salud y la longevidad humana.

A medida que nuestra comprensión de la biología del envejecimiento y el sistema inmune avanza, es crucial investigar nuevas formas de proteger los telómeros y fortalecer el sistema inmune. Esto podría incluir el desarrollo de terapias que ralentizan el acortamiento de los telómeros, tratamientos que mejoran la capacidad del sistema inmune para regenerarse y estrategias de prevención para reducir la carga de infecciones crónicas y recurrentes.

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