Así como cada persona desarrolla características de las tipologías ubicadas a su derecha y a su izquierda (llamadas alas) establece, igualmente, un vínculo primario con dos eneatipos específicos, denominados brazos.
Los brazos no solo nos ayudan a identificar indicadores de crecimiento y signos de estrés, sino que nos señalan qué cualidades nos hace falta integrar. Los movimientos en ambas direcciones son procesos que ocurren de modo natural. Comprenderlos y reconocerlos en nuestra vida diaria requiere una atenta auto-observación.
Los brazos del Uno son el Cuatro y el Siete
- El CUATRO siente intensamente la energía de la vida. Lo caracteriza una habitual apreciación de la belleza, una gran riqueza emotiva y una especial sensibilidad. Como el lenguaje cotidiano no alcanza para expresar la profundidad de su sentir, recurre al arte como herramienta. El Cuatro invita al Uno a revisar su constante preocupación por aspectos formales y le trae la posibilidad de pasar de la forma al fondo.
- El SIETE es el optimista, vive con pasión. No ha perdido la magia de la niñez: contagia su exuberancia, vitalidad y alegría donde quiera que se desenvuelva. No está dispuesto a perderse nada estimulante o gratificante y manifiesta su agradecimiento por cada experiencia vivida. Estas actitudes brindan al Uno la posibilidad de distenderse, de soltar el control y de aflojarse, de permitirse un gusto, sin sentir la necesidad de fundamentarlo ante sí mismo o ante los demás.
Los brazos del Dos son el Ocho y el Cuatro
- El OCHO es el líder. Es carismático y seductor. Transmite fuerza, intensidad y decisión en su entorno, generando un alto grado de confianza. Siempre es claro y directo a la hora de decir que no, producto de su necesidad de ser respetado. Induce al Dos a cuidarse, ocupándose de sí mismo sin desatenderse, estableciendo límites.
- El CUATRO es el creativo. Es introspectivo, sensible, profundo. Tiene una gran necesidad de intimidad que le brinda una especial capacidad de autoconocimiento y honestidad interior. De este modo, invita al Dos a tomar distancia de los demás para poder hacer foco en sí mismo.
Los brazos del Tres son el Nueve y el Seis
- El NUEVE es el pacificador: es tranquilo, ecuánime y equilibrado. Siente visceralmente el anhelo de armonía, evitando las situaciones conflictivas. Necesita de la soledad y del silencio para recuperarse de las presiones de la vida cotidiana. Permite al Tres la posibilidad de indagar qué intenta demostrar con su hacer desenfrenado y lo invita a parar.
- El SEIS es el confiable. Se caracteriza por la colaboración, la pertenencia y la fidelidad. Su gran capacidad de trabajo, su prudencia y responsabilidad a fin de llevar a término los proyectos propuestos, lo convierten en un miembro invaluable en el ámbito laboral. Con este modo de conducirse, es el espejo ideal donde el Tres puede apreciar que no solamente es importante formar equipos, sino trabajar en la integración de los equipos.
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Los brazos del Cuatro son el Dos y el Uno
- El DOS es “el que da”. La dimensión más importante de su existencia son las relaciones basadas en el amor, la entrega, la generosidad. Siempre está disponible cuando los demás lo necesitan, seguro de que cualquier problema tiene solución. Necesita el agrado y el reconocimiento porque retroalimentan su tendencia a dar. Esta actitud alienta al Cuatro pasar del vínculo consigo mismo al vínculo con el otro, activa su capacidad de pensar en plural y salirse de los nudos de auto-enredo.
- El UNO es el idealista: ordenado, disciplinado, ético. Su energía se canaliza en el esfuerzo por mejorar la realidad dentro y fuera de sí mismo. Siente que toda gratificación debe postergarse hasta haber hecho lo que corresponde, dado que la virtud es suficiente recompensa. Estas cualidades invitan al Cuatro a organizarse, a pasar de la dispersión a la disciplina.
Los brazos del Cinco son el Siete y el Ocho
- El SIETE es el optimista, aquel que nunca pierde la magia de la niñez. Vive con pasión y contagia su alegría; disfruta haciendo múltiples proyectos y experimentando todo tipo de vivencias gratificantes. Es así que le trae el Cinco la capacidad de disfrutar, de reírse, de pasar de la estructura a lo lúdico, de vivir la vida.
- El OCHO es un líder capaz de luchar por las cosas en las que cree, sin dejarse manipular porque lo guían fuertes convicciones, como el valor de la justicia que ocupa un lugar central en su vida. Transmite intensidad, fuerza y decisión en lo que hace. Este modo de actuar impulsa al Cinco a pasar de la reflexión a la gestión, saliendo del lugar de espectador.
Los brazos del Seis son el Tres y el Nueve
- En el TRES pulsa el desafío de la vida. Se distingue por la claridad de sus objetivos, el alto nivel de energía que lo anima, la confianza con que mira el futuro y la intensidad con que trabaja. Todo lo mencionado contagia al Seis una buena cuota de optimismo, que le permite salir de la indecisión y los miedos y lo invita a… animarse.
- El NUEVE es el pacificador, tiene un carácter tranquilo, ecuánime y equilibrado. Su modo calmo de expresar verdades a veces duras, hace que a los demás no se les dificulte aceptarlas. Este modo armónico de transitar la vida contagia al Seis y lo anima a salir del bloqueo, producto de sus temores, para vivir con creciente serenidad.
Los brazos del Siete son el Uno y el Cinco
- El UNO es el idealista. Se distingue por ser ético, confiable, ordenado y disciplinado. Valora la honradez y es equilibrado y objetivo en sus juicios. Su modo de proceder estimula a los demás a organizarse y superarse a sí mismos. Le trae al Siete la posibilidad de disciplinarse y pasar del desorden al método.
- El CINCO es el observador. Es contemplativo, introvertido y solitario. Su capacidad de análisis y síntesis le permite establecer conexiones entre ideas diferentes, indagando la realidad en detalle. Posee óptimas capacidades críticas y de observación. Es un espejo donde el Siete, siempre optimista e hiperactivo, encuentra la posibilidad de parar y hacer foco en lo medular.
Los brazos del Ocho son el Cinco y el Dos
- El CINCO como buen observador, reflexiona sobre los misterios de la vida. Por lo tanto, observa la realidad para obtener de ella conocimiento y, en consecuencia, tener la posibilidad de crecer. Es contemplativo, introvertido y solitario. Tiene óptimas capacidades críticas y de valoración. Teniendo en cuenta estas características, le brinda al Ocho la oportunidad de atemperar su impulsividad, dándole paso a la cautela.
- El DOS es afectuoso, generoso y empático. Su capacidad de entrega hace posible que intuya las necesidades de los demás y su generosidad, lo lleva a actuar en consecuencia. El cariño e interés que siente y el bien que prodiga, lo hace sentir una persona valiosa. De igual modo, es reconocido y valorado por todo aquel que está en contacto con él. Este modo de actuar puede apaciguar la impulsividad del Ocho, invitándolo a desarrollar el respeto por el otro.
Los brazos del Nueve son el Seis y el Tres
- El SEIS es el confiable. Es una persona correcta, leal, dedicada. Es responsable en el cumplimiento de los compromisos contraídos y fiel a las personas y al deber. No tolera situaciones ambiguas: necesita autoridades externas firmes y procedimientos bien definidos a seguir. Es así como logra sentirse tranquilo y procede con seguridad. Motiva al Nueve a dejar de lado la imparcialidad y lo invita a comprometerse.
- El TRES es el exitoso. Le resulta natural llevar adelante sus proyectos de manera efectiva y competente, proponerse objetivos y cumplirlos, así también como motivar a las personas, apasionándolas y capacitándolas. Lo anima un alto nivel de energía y confianza. Mira el futuro con optimismo y trabaja con intensidad y eficiencia. Todo lo mencionado resulta la motivación necesaria y suficiente para impulsar al Nueve de la pasividad a la acción.
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