“El tiempo es dinero”, reza una de las frases más famosas y más utilizadas de nuestra época. La verdad es que, en cierto punto, la afirmación es cierta: en su mayoría, las personas multimillonarias están bastante ocupadas. Sin embargo, la gran pregunta es:¿alcanza eso para vivir bien y ser felices?

En su libro “El arte y la ciencia de no hacer nada”, Andrew J. Smart estudia, a la luz de incontable evidencia científica, que nuestro cerebro posiblemente funcione mejor cuando no hacemos nada. De hecho, encontrar tiempos de ocio en nuestra apretada rutina es la única manera de reflexionar sobre lo que nos sucede, y generar espacios de creatividad.

“¿Y entonces seremos más productivos?”, preguntarán muchos. Y la respuesta de Smart puede no ser la que esperamos, pero es mucho más interesante. ¿Quieres conocerla?

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La mente no se apaga

Tal vez piensas, erróneamente, que cuando no haces nada “pierdes” el tiempo. Es lógico, si tenemos en cuenta la frase con la que comenzamos el artículo. Pero en realidad, debes saber que, mientras descansas, haces muchas cosas, solo que no las ves porque suceden en tu cerebro.

Todos los días y en todo momento, hagamos lo que hagamos, estamos recibiendo estímulos: vemos un video de YouTube, escuchamos las bocinas de la calle, observamos cómo se cocina una salsa...

Cuando “no hacemos nada” el cerebro activa lo que los científicos llaman una “red de estado de reposo”. Esto es, comienzan a funcionar de manera diferente que cuando tienen que ocuparse de una tarea. Lo que hace, básicamente, es generar conexiones entre puntos inconexos del cerebro. “Es la red que da sustento al autoconocimiento, los recuerdos autobiográficos, los procesos sociales y emocionales, y la creatividad”, señala Smart.

¿Nunca se te ocurrió una idea grandiosa mientras estabas en la ducha? ¿O mientras caminabas en silencio?

Seguramente la respuesta es que sí. Y eso se explica porque, en esos momentos de “piloto automático”, el cerebro está repasando absolutamente toda la información que ha recibido, para lograr generar conocimiento nuevo.

Una mirada histórica

Cuando nuestros ancestros salían a cazar para poder comer, vivían en un estado de esfuerzo físico y gran tensión, que requería de su atención completa. Por eso, solo después de cumplir su objetivo podían dedicarse a pensar en otras cosas.

Posiblemente, fueron esos momentos de ocio post-cacería lo que hicieron que la raza humana fuera evolucionando. La creatividad entendida como la capacidad de generar nuevas ideas que mejoren la vida humana es lo que distingue a nuestra especie.

Sin embargo, la revolución industrial y el capitalismo condenaron la holgazanería como algo malo. El desarrollo tecnológico de las últimas décadas no ha hecho más que empeorar la situación: nunca estamos haciendo nada. Y eso, de alguna manera, nos hace “menos humanos”.

“La habilidad para pensar sobre nosotros mismos es una capacidad humana que ninguna otra especie puede llevar a cabo. Requiere una gran corteza prefrontal y la capacidad de metacognición. Si dejamos que esta habilidad se atrofie de forma individual, tendrá consecuencias socialmente negativas” explica Smart.

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Entonces, ¿ser holgazanes nos hace más productivos?

Dicho todo esto, la respuesta a esa pregunta sigue siendo compleja. Porque es cierto que pasar tiempo libre nos puede hacer más creativos y puede ayudarnos a generar mejores ideas. Y eso, obviamente, se puede aplicar al trabajo.

Pero Smart advierte que es peligroso añadir “pasar tiempo libre” a la eterna lista de chek list para ser más productivos: “Insisto en mi libro en que estar desocupado es bueno por sí mismo, no para convertirse en un hipster digital más productivo”.

Lo que toca es entender que somos humanos, y que como tales no podemos estar siempre ocupados. A veces toca practicar un poco de ocio y eso no nos convierte en holgazanes, sino en seres que piensan, reflexionan y aprenden.

¿Qué opinas? ¿Crees que es importante guardar un tiempo para “no hacer nada”?

Fuentes:

El Confidencial

El Tiempo

El arte y la ciencia de no hacer nada