Llevo cuatro meses de cuarentena. 123 días donde solo puedo moverme unas cuadras a la redonda para poder abastecerme de lo esencial. 17 semanas donde ha comenzado a influido de manera más relevante las posibilidades que tengo cerca para el bienestar de mi vida. Durante el encierro pasé por diferentes etapas que creo muchos lectores podrán empatizar.
Las primeras semanas la gran pregunta y miedo era el abastecimiento de alimentos sumado a la seguridad económica y laboral de mi familia. ¿Habrá suficientes alimentos en mi comunidad? ¿Comenzará a haber escasez de productos esenciales? ¿Afectará esta situación en mi trabajo e ingresos familiares?
En una segunda etapa, agradecido porque en lo particular logramos resolver de buena manera estas incógnitas, comenzó la preocupación por el aspecto mental. Una vez que a mí y mi familia nos empezó a cansar la entretención disponible en nuestro departamento (internet, series, libros, deporte en espacios reducidos) comenzaron a ser más relevantes preguntas como: ¿A dónde podemos salir a caminar para tomar un respiro? ¿Qué lugares hay cerca para ver un poco de vegetación y amplitud? ¿Podrá mi hija ver a algún amigo/amiga para jugar y mantenerse bien psicológicamente?
En el camino, además, se rompió nuestra estufa eléctrica y mi celular, haciendo también relevante dónde podíamos reparar estos elementos cerca de casa. Situaciones bastante normales que le deben haber pasado a más de alguno en estos meses. Estas situaciones me han llevado a la reflexión y reafirmación de la importancia de fortalecer las comunidades locales por diferentes puntos que plantearé a continuación sin orden alguno de priorización.
Uno de ellos es el alimenticio. En un mundo donde parte importante de los medios de transporte han estado cancelados, pausados o demorados si una comunidad no puede abastecerse a nivel básico de fuentes locales o cercanas existe un riesgo de no tener suficientes alimentos.
Sin duda esta es una situación muy fuera de lo normal la que vivimos pero a futuro no sabemos si otro tipo de situaciones se pueden presentar que nos vuelvan a llevar a este extremo como una potencial crisis climática, guerras u otros escenarios adversos. Sin significar que como comunidades debemos encerrarnos a solo consumir alimentos de cercanía si es relevante mantener en mente este concepto llamado soberanía alimentaria. Efecto red o sostén económico.
El mundo está entrando en una crisis económica profunda y por ende se hace relevante sostener las economías locales. Los independientes, micro y pequeñas empresas con bajo acceso a endeudamiento barato para sortear la crisis están en un estado terminal teniendo que cerrar y despedir trabajadores. Ante esto, la mejor respuesta es comprar local.
Diversos estudios demuestran que para el bienestar económico de una comunidad es preferible realizar compras en negocios locales vs cadenas de tiendas. Uno por ejemplo de la Universidad de Michigan indica que por cada $100 gastado en un negocio local $73 vuelven a ser gastados en esa misma comunidad versus $43 en cuando uno lo hace en una cadena.
Este mayor gasto local genera por ende un círculo virtuoso de mayor empleo, mejor distribución de la riqueza y por ende seguridad económica para la comunidad misma que a la larga también repercute en bajar la delincuencia y mejorar los espacios públicos.
Sin duda que es difícil establecer qué es local. Y que a medida que lo que busco tiene mayor complejidad en su producción probablemente tenga que venir de un poco más lejos. Pero lo relevante es entender que a mayor cercanía de donde compro y se produce lo que compro mayores posibilidades de tener una comunidad sana económicamente y a la vez mejorando nuestro desempeño climático por bajar las emisiones de transporte de productos.
El tercero y último que quiero mencionar es el de nuestra salud. El tener una comunidad fuerte hace que nuestra salud mental y física mejoren. La mental dado que al reconocernos más entre vecinos, dueños de tiendas cercanas, encargados de edificio y personas que participan en la comunidad mejora nuestro sentido de pertenencia y reconocimiento. Que nos hablen por nuestro nombre, que conozcan nuestros gustos, sentir que soy alguien en un mundo tan individualista e impersonalizado nos ayuda a nuestra autoestima y bienestar.
Por otra parte el realizar mis actividades de manera local hace que normalmente prefiera caminar o andar en bicicleta versus tomar algún medio de transporte público o auto mejorando mi estado físico. También a mayor nivel de conocimiento entre los integrantes de una comunidad más probabilidad de que se cuidan y protejan entre los mismos. Esto sin duda que nos ayuda para nuestra salud ya que por ejemplo ante un accidente u hecho delictivo hay más probabilidades de recibir ayuda o lo mismo si estoy pasando por un cuadro emocional o sicológico complicado existe más posibilidades de que alguien levante la alarma.
Podría seguir enumerando otros beneficios de fortalecer las comunidades locales, como por ejemplo la mejora de los sistemas de gobernanza pública y judiciales, la integración de minorías y las mejoras en desempeño ambiental pero elegiré dejarlo hasta acá por ahora. También hacer una aclaración de que fortalecer las comunidades locales no significa que tengamos que aislarnos comunitariamente como comunidad, ciudad o país.
Creo en la comunidades locales fuertes pero que se entienden como parte de un todo mayor y que por ende son permeables y colaboran con sus comunidades cercanas y otras macrocomunidades organizadas en formatos de países, bloques de países o organizaciones internacionales de cooperación. Creo que la pandemia y la crisis climática nos han demostrado la interdependencia de nuestras acciones.
Estamos conectados y nos afecta lo que sucede en una parte del planeta y por ende es relevante establecer acuerdos de convivencia y relación comunes para construir comunidades fuertes pero pensadas para lograr un planeta en equilibrio.