Por Daniel Colombo
Hay personas que se esfuerzan por expresar difícil lo que podrían hacerlo más sencillo; a veces tiene que ver con la soberbia, con el ego, con vicios académicos innecesarios en ciertos contextos y también, por querer demostrar una supuesta superioridad ante los demás.
¿De dónde proviene la manía de explicar difícil conceptos sencillos? Lo peor es que son muy pocos los que les entienden. ¿O, acaso, ese sea su propósito?
Todos estos aspectos revelan algunos complejos que quizás pudiesen trabajar; porque si te dedicas a enseñar, comunicar, transmitir o formar, lo ideal sería que puedas calibrar al público que tienes delante, y que todo el mundo te comprenda.
Aerobismo verbal: La manía de explicar difícil conceptos sencillos
El ejercicio del “aerobismo verbal” (como me comentó mi ex psicóloga) es propio de personas inseguras, que quizás tengan un mensaje potente y consistente para transmitir, aunque lo hacen con arrogancia, como si ese “saber” encriptado y raro necesitase de lo complejo para entenderse.
Por eso es que, a modo de ejemplo, los alumnos de una carrera suelen salir con expresiones que sólo entienden ellos, y se chocan contra un muro de Berlín figurado cuando quieren contactar con un cliente, vender un producto o un servicio: no saben comunicarlo ni expresar en forma adecuada, porque traen esa deformación del aerobismo verbal.
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No estamos en el período barroco para hacer todo complejo
El aerobismo verbal es una metáfora del barroquismo al hablar: todo debe tener una vuelta, un rulo, un bucle que lo haga más difícil de entender, porque así, pretendidamente, la gente pensaría que eres más inteligente.
Pero ojo: aquí no se trata de hacer liviano el mensaje porque sí, sino que se pueden explorar formas de comunicación más auténticas, directas y sencillas, para que ese mensaje -que es tan relevante para ti- se comprenda cabalmente. Además, te evitarás la sensación de rechazo que produce estar frente a un pseudo intelectual hablando “en difícil”.
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Hablar es más difícil que escuchar para los humanos
Los seres humanos están predispuestos a escuchar mejor que a hablar. Esto se debe a que tenemos una mejor conexión entre la parte auditiva de nuestro cerebro y el área de Broca, responsable de la producción del lenguaje.
En cambio, nuestra conexión entre la parte del cerebro responsable de la comprensión y el área de Wernicke es más débil. Este sector es fundamental para la comprensión del lenguaje, por tanto, es la región más importante de todo el cerebro para las funciones intelectuales superiores; por ejemplo, la atención, la memoria, la comprensión o el pensamiento, que no se desarrollan únicamente por la persona en sí, sino que están influidas por el entorno y relaciones.
Entonces, conociendo esto, es importante saber que explicar nuestras ideas es un proceso creativo. Significa que necesitamos que conectar y combinar conceptos de diferentes áreas de conocimiento para crear nuevas ideas y generar nuevas conexiones entre ellas.
Sí, se que este enredo conceptual parece aerobismo verbal: en este caso considero que es importante que lo conozcas, para que detectes de dónde se originan las funciones del lenguaje en el cerebro, y cómo puedes simplificar, en palabras, este proceso, para que te entiendas mejor con los demás.
He buscado ser lo más sencillo y llano posible al explicarlo.
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La influencia del entorno
Imagina que pasas estudiando tres años hablando en difícil con personas que, también, son estimuladas con léxico complejo y rebuscado, y profesores que te dan a leer libros casi ininteligibles. Inevitablemente saldrás con una carga de un diccionario -que no tenías- y que afectará de aquí en más tu proceso cognitivo y de vínculos sociales. ¿Por qué? Porque la mayoría no te entenderá, y puede ser que hasta se alejen de ti.
Ahora bien: hay muchas personas que estudian carreras complejas, y, sin embargo, logran transmitir su conocimiento en un lenguaje llano, abierto y comprensible a cualquiera.
El recurso que utilizan es que no se quedan en la dialéctica pura, sino que lo asocian con experiencias, por lo que consiguen mejores resultados en términos de aprendizaje y lo empírico, que es cuando internalizas lo que estudias y lo llevas a la práctica.
Es así que, si tu entorno tiende a ser remilgado y complicado “porque así son las cosas” -según te dicen esos gurús de lo complicado e ininteligible para la mayoría-, y tú no te animas a desafiar ese paradigma, estarás sumergido en una burbuja ininteligible para la gran mayoría de las personas.
Por esto sucede que, en ciertas disciplinas, la gente les huye a las metodologías raras que se valen de vocabulario y de jergas que alejan, en vez de acercar a las personas.
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No sólo es el lenguaje, sino también lo gestual
Los estudiosos de la comunicación no verbal han concluido que un gran porcentaje del acto de comunicación entre los humanos es a través de gestos. Hay cierta coincidencia en afirmar que lo no expresado con palabras es un noventa por ciento aproximadamente, y el resto, lo que dices efectivamente.
¿Qué significa esto? Significa que si tu comunicación gestual no es concordante con lo que dices se produce una incoherencia que es instantáneamente percibida por los demás.
Por eso es importante que observes tu estilo de comunicación y nivel de complejidad de mensajes a transmitir, haciéndolo coherente con tu propuesta gestual.
Es más: el mayor desafío está en ser concordantes entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos.
Por las cientos de personas que utilizan lenguaje rebuscado para enseñar o comunicar que me he cruzado hasta ahora, percibo una tendencia a la poca coherencia entre lo que dicen y lo que hacen: quiere decir que les resulta más fácil hablar “hacia afuera”, y ese decir no siempre coincide con su vida en la realidad, es decir, su hacer en el mundo.
Observa estos ejemplos: una persona defiende su teoría de la libertad de opinión y de que las discusiones son saludables, aunque al mismo tiempo, cierra toda posibilidad de diálogo con alguien que no piense en su sintonía.
O un estilo de enseñanza de alguna carrera que pregona que lo más importante es la flexibilidad y la libertad de las personas, y al mismo tiempo, enseña un modelo completamente rígido del que te ordenan que no te apartes. Resulta incoherente, ¿verdad?
Esto que cuento aquí no son ejemplos inventados. Queda en ti discernir qué quieres hacer:
Si ser un aerobista verbal rebuscando todo lo que quieras transmitir, o abrir la puerta para que otras personas se nutran de tu saber y hacer (la coherencia manifestada) en un lenguaje llano, apropiado y, sobre todo, claro.
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5 puntos para dejar de ser rebuscados en la comunicación
- Mensaje corto, claro y conciso
Sintetiza y ve al punto; utiliza una comunicación laser, y aplica tu sentido común para modular tu mensaje más claramente cuando observas que no te entienden; justo ahí cobra impacto lo gestual de tu público, porque al instante te das cuenta si te entienden, o estás cayendo en tu propia torpeza comunicacional.
- Utiliza metáforas y analogías
Las ideas complejas pueden ser fácilmente recordables si las traduces a ejemplos cotidianos o a ideas que inspiren y estimulen el proceso de pensamiento de la gente. Relata lo mismo haciendo referencia a cuestiones cercanas al tipo de público que tienes enfrente. La idea es que la gente se abra, no que se cierre ante lo que dices.
- No sólo hables
Las ideas habladas, propias del ego de los aerobistas verbales, suelen ser su peor trampa. En su lugar, utiliza todos los recursos disponibles: escribe, dibuja, invita a graficar, a hacer un mapa mental, a que conecten con emociones al interactuar, compartir y a moverse.
De esta forma el mensaje llega mejor, además de que, al mover la energía de esas personas, se genera un mejor entorno de aprendizaje.
- No pretendas ser erudito en todo
Hay opinadores seriales que, con su dedo índice levantado, viven dando cátedra de su barroquismo conceptual. ¡Cuidado, porque te alejas de las personas! Si lo que deseas es que te entiendan y quizás los demás reflexionen sobre lo que dices, puedes cambiar a una comunicación cercana en lenguaje accesible para la mayoría.
- Utiliza la empatía
Cuando no conectas con las personas mantienes una postura fría y distante. Es decir, estás en la Antártida de las relaciones humanas, en el polo más frío del vínculo.