Buscando una respuesta por parte de los gobiernos a la crisis climática y ambiental, los jóvenes de América Latina y el Caribe presentaron un manifiesto en el marco de la cumbre del clima en Madrid (COP25).
Este documento comenzó a gestarse durante la COY15, una conferencia para jóvenes que se llevó a cabo tres días antes de la COP25.
“Intentamos plasmar todos los puntos de vista de la región y, sobre todo, los de los sectores más vulnerables”, asegura Máximo Mazzocco, corresponsal exclusivo de Bioguia y fundador de Eco House y uno de los jóvenes que participó de este proyecto. “Al redactarlo, notamos que estábamos todos en la misma línea, pensando globalmente y adaptando localmente”, agregó.
Puntos clave del manifiesto
Dentro de los principales reclamos que hacen los jóvenes, se encuentra que todos los países de la región declaren emergencia climática y ecológica. Hoy, Argentina es el único país de la región que lo hizo. “Estas declaraciones deben trascender las palabras y los documentos y convertirse en acciones reales”, sostienen.
Además, resaltan la importancia de un compromiso conjunto de todos los sectores -desde los gobiernos y las empresas, hasta las juventudes (con una mayor representación en la política), la academia y las organizaciones de la sociedad civil- de actuar de manera conjunta para “detener los impactos negativos” en la biodiversidad de la región “con consecuencias ambientales y sociales catastróficas”.
Particularmente, destacan la importancia de cuidar los ecosistemas marinos, desde los manglares, hasta los arrecifes de coral, ya que son “pozos de carbono” cruciales para la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el manifiesto, los jóvenes invitan a los gobiernos y a la sociedad civil a construir una economía circular, en la que se deje de lado la “carbono dependencia” y la aplicación de políticas extractivistas, mientras se busca reducir los residuos: principalmente, los plásticos de un solo uso y microplásticos.
Otro sistema altamente devastador para los ecosistemas y las comunidades es el de producción de alimentos. Según el manifiesto, es “necesaria una transición a la agroecología que garantice la seguridad alimentaria”.
Además, exigen el cese del “uso indiscriminado de agrotóxicos, la deforestación, la transformación de ecosistemas y la destrucción de comunidades y poblaciones animales y vegetales”.
Su demanda también es de justicia social: desde que se contemple el género como variable al hablar de cambio climático, hasta el compromiso por eliminar la opresión sobre distintos grupos sociales.
“Es urgente que la opresión se extinga de nuestros territorios. Es solo mediante una verdadera inclusión que podremos hacer un frente efectivo para resolver las problemáticas ambientales que todos compartimos”, aseguran.
Hacia el final del documento, los jóvenes recuerdan y repudian los casos de asesinato de varios ambientalistas que fueron perseguidas por su activismo e “incansable compromiso” con la lucha por el planeta.
Exigen que se detengan “todas las formas de violencia y opresión” contra los líderes ambientales de la región. “Levantamos la voz en nombre de todas y todos aquellos que lucharon y ya no están: Quien lucha por la vida, nunca muere”, resaltan.
Finalmente, insisten en la importancia de firmar y ratificar el Acuerdo de Escazú (o Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América y el Caribe) que todavía 12 países -incluidos Chile, Venezuela, Cuba y Colombia, entre otros- todavía no han firmado.
Según tres de las líderes de la cumbre, el impulso de la sociedad y las movilizaciones en las calles, como las que realizan “sobre todo los jóvenes”, son fundamentales para lograr las decisiones que se deben tomar urgentemente.
"Necesitamos la voz de la gente joven, de los ciudadanos en las calles, ayudándonos, presionando por el cambio", declaró la presidenta de la COP25, la chilena Carolina Schmidt.