En el corazón de los bosques, debajo de los árboles imponentes y la rica tierra, yace una red social oculta. Este es el reino donde Suzanne Simard, una pionera ecóloga forestal, dedicó su vida. ¿La comunicación entre árboles y plantas es real?.

Simard, indaga sobre las complejas conversaciones entre los árboles, un hallazgo que tiene implicaciones profundas en la lucha contra el cambio climático. Criada entre los paisajes verdes de Columbia Británica, su inquietud se despertó por las profundas raíces de su familia en la industria maderera.

Cuando el perro de su familia tropezó con un gran agujero fuera de su casa en el bosque, Simard vio de primera mano el increíble universo debajo de la capa forestal, capa por capa. Esta experiencia la llevó a estudiar ecología y hallar lo que desafiaría las prácticas forestales convencionales y dvelaría la interconexión oculta de la vida.

Los árboles comparten recursos como agua y señales químicas (Foto: Pinterest)

¿La comunicación entre árboles y plantas es real?.

Uno de los primeros trabajos de Simard fue discernir árboles maduros y antiguos en los bosques de Columbia Británica para su tala y replantación con especies de veloz crecimiento como abetos y pinos. Las prácticas comunes de silvicultura pensaban que estas especies limitadas no competirían con los árboles más viejos y serían las mejores para lograr beneficios económicos.

Simard rápidamente distinguió los errores de un sistema que valoraba la ganancia económica por encima de la estabilidad ecológica, ya que plantar solo una o dos especies hacía que los bosques carecieran de la complejidad necesaria para un ecosistema nutritiva.

Los bosques simplificados se volvieron vulnerables a infecciones, y con el cambio climático, esto crea un ciclo de retroalimentación negativo para problemas como mega-incendios. Ella sabía que había algo más profundo en cómo funcionaban los bosques, así que regresó al posgrado, donde se obsesionó con la causa del poder de los bosques de MOG.

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Descubriendo la "Wood Wide Web"

En su tesis doctoral en Ciencias Forestales de la Universidad Estatal de Oregón, Simard detalló cómo los bosques de MOG tienen una conexión simbiótica con los hongos. Descubrió que los árboles desprenden carbohidratos en el suelo para generar energía a los hongos, mientras que los hongos crean una vasta red donde los árboles se comunican, comparten recursos y se apoyan entre ellos.

Simard demostró su teoría utilizando microsatélites de ADN, mostrando que un árbol de abedul podía conectarse con un abeto lejano. Esta indagación impactó en la percepción científica del bosque, pasando de ser un campo bélico competitivo a uno de cooperación e interdependencia. Dentro de la “Wood Wide Web”, Simard también encontró una entidad esencial en el ecosistema forestal: el “Árbol Madre”.

Estos árboles, los más grandes del espacio verde, sirven como nodos centrales para extensas redes micorrícicas subterráneas. En su libro Finding the Mother Tree, Simard propone que los árboles estuvieron comunicando a través de esta red subterránea durante 500 millones de años.

Mejorando la resiliencia del bosque

En respuesta a los bosques de abeto Douglas de Columbia Británica, que aún luchan por regenerarse, y la amenaza de la crisis climática, Simard fundó The Mother Tree Project en 2015, que investiga la renovación de las arboledas. Su meta es identificar prácticas futuras de manejo forestal que asistan a los bosques a seguir siendo fértiles a medida que fluctúa el clima.

Este proyecto es clave porque brindará datos científicos vitales para guiar el manejo no solo de los bosques de abeto Douglas, sino también de bosques en todo el mundo a medida que el planeta se calienta.