El plástico ha tenido al planeta en sus garras durante mucho tiempo. Con demasiada frecuencia aparece amontonado en playas y flotando como "islas” en el océano. Pero también obstruye el estómago de aves y otros animales, e incluso ha llegado al torrente sanguíneo humano.
A la fecha, apenas el 9 por ciento del plástico del mundo se recicla, en torno al 12 por ciento se quema y el resto termina en vertederos o en la naturaleza. Pero por más grave que parezca la situación, podría haber luz al final del túnel, estima la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su más reciente informe Global Plastic Outlook. Esto, claro, si los países del mundo hacen un esfuerzo conjunto.
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No se puede seguir así
Si seguimos al ritmo actual, sin embargo, el uso de plástico se triplicará de acá a 2060, y como se trata de un material que no es biodegradable, también se multiplicará la basura resultante. Por ello, la contaminación por microplásticos crecerá en todos los países del planeta.
Ríos como el Ganges, en India, y el Ciliwung, en Indonesia, ya están llenos de basura plástica. A menos que cambiemos nuestros hábitos, la cantidad que termina depositada en la naturaleza se duplicará y causará un daño aún mayor en plantas, animales y ecosistemas, de acuerdo con este informe.
Con el 99 por ciento de los plásticos producidos a partir de combustibles fósiles, las ya considerables emisiones generadas durante el ciclo de vida de los plásticos también se multiplicará por dos hacia 2060.
"Está claro que seguir como siempre en la forma en que usamos, producimos y gestionamos el plástico ya no es posible”, dice Peter Börkey, experto en políticas ambientales de la OCDE y coautor del informe, en conversación con DW.
La buena noticia: los países pueden trabajar juntos para superar este problema. Pero el futuro no está asegurado. El uso de plástico podría disminuir un quinto hacia 2060 si los 38 Estados miembro de la OCDE implementan reformas de amplio alcance, especialmente aquellos con mayor ingreso per cápita, como Alemania, Estados Unidos y Japón. Eso reduciría significativamente la generación de basura.
Si los países que no forman parte de la OCDE se suman, entonces el desperdicio plástico podría reducirse en un tercio, incluso en un escenario de crecimiento económico global. Eso significa que casi nada de plástico terminaría abandonado en la naturaleza, estiman los autores del reporte.
Pero para alcanzar esas metas, cerca del 60 por ciento de los desechos plásticos deben ser reciclados en todo el mundo. La cuota del mercado de plástico reciclado debería pasar del 6 por ciento actual al 41 por ciento, mientras que la gestión de los residuos debería mejorar significativamente.
Los países miembro de la OCDE son los mayores consumidores de plástico en la actualidad. Pero hacia 2060, cerca de la mitad del consumo se centrará en Asia, Medio Oriente y África. Estos países ya ven una alta incidencia de plástico que termina en la naturaleza.
"La forma más efectiva de reducir el plástico en el medio ambiente es, primero y más importante, ayudar a los países en desarrollo a mejorar sus sistemas de gestión de los residuos”, dice Börkey. "Y aquí es donde los países de la OCDE pueden ayudar”, agrega.
Impuesto al plástico nuevo
Los escenarios y estimaciones que proponen los autores son ambiciosos e incluyen la introducción de un impuesto de 1.000 dólares por tonelada de plástico nuevo. Esto empujaría a las empresas a buscar materiales alternativos.
"Eso tendría un enorme impacto en la demanda de plástico”, dice Börkey. "Tenemos que crear situaciones donde las alternativas al uso de plásticos de usar y desechar sean viables”, agrega.
Pese a sus desventajas, el plástico sigue siendo un material sumamente útil. Sirve en las turbinas de viento y en los automóviles eléctricos. Según Börkey, no tenemos que reemplazar al plástico allí donde no tenemos alternativas o donde su uso es sustentable. La idea es reducir los plásticos que acaban tirados en la naturaleza. "Este es el clásico embalaje, que es cerca de un tercio de los plásticos que usamos”, sostiene.
Las cuotas de reciclaje fijas también ayudarían a reducir los desechos y la producción de plástico nuevo, así como la introducción de leyes para hacer que las fábricas produzcan envases, ropa y vehículos de una manera más sustentable y garanticen que los productos electrónicos sean fáciles de reparar, para alargar su vida útil.
Todas estas ideas deben ir conectadas con la economía circular, que tiene como objetivo crear un sistema que evite al máximo los desperdicios y reutilice los recursos en nuevos productos.
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Pequeños pasos ante la crisis
En marzo de 2022, 200 países acordaron por primera vez imponer normas e instrumentos obligatorios para la producción, consumo y eliminación del plástico al 2024. La organización conservacionista WWF calificó esto como un hecho histórico. Sin embargo, los países aún deben definir los detalles. No se sabe hasta qué punto las reglas son vinculantes, por ejemplo.
En 2021, la Unión Europea prohibió una serie de plásticos de un solo uso, incluidos los cubiertos y platos desechables, los vasos para llevar, recipientes de espuma de poliestireno y pajillas.
Regular el consumo de plástico en todo el mundo, como propone el informe de la OCDE, le costaría al mundo menos del 1 por ciento del producto global al año 2060. No hacerlo podría costarle al planeta su existencia.
Fuente: DW