* Por Aleira Lara, Directora de campañas en Greenpeace México.
En la lucha por los derechos de las personas y por el cuidado del medio ambiente las mujeres tienen un papel crucial. Por un lado, al ser agentes promotoras del cambio sistémico en un contexto adverso por la violencia generalizada que se vive en el mundo; por otro lado, al ser una de los segmentos más afectados por los efectos del cambio climático.
Según ONU Mujeres, si bien el cambio climático afecta a toda la población, son las personas más pobres del mundo y las que se encuentran en situación de vulnerabilidad -especialmente niñas y mujeres- quienes padecen las peores consecuencias de las crisis ambientales, económicas y sociales.
La crisis climática y la degradación del medio ambiente han agudizado la violencia de género
Las mujeres y las minorías de género que están al frente de los movimientos de resistencia medioambiental son el principal blanco de violencia por defender sus hogares, comunidades, tierras, medios de vida y ecosistemas vitales para la biodiversidad y el clima.Y es justo en la misma dimensión de tal adversidad, su resistencia e incidencia dentro de las dinámicas de poder que se niegan a reconocerlas.
Basta recordar el caso de Berta Cáceres, quien fue asesinada el 3 marzo de 2016 por oponerse a un proyecto hidroeléctrico en Honduras. El ejemplo de Berta ha cimbrado los movimientos en defensa del medio ambiente, y activistas desde diferentes regiones del mundo han decidido honrarla con el compromiso de seguir en la lucha y en la búsqueda de justicia.
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En México, dentro de las luchadoras ambientalistas ejemplares se encuentra Leydy Pech, apicultora y activista de origen maya quien en 2020 fue galardonada con el Premio Medioambiental Goldman por su gran trabajo en contra de la siembra de soya transgénica en la Península de Yucatán. Tal reconocimiento es el resultado de más de 25 años de trabajo organizativo y comunitario. Es un reconocimiento a la lucha de las mujeres mayas por la defensa de la vida y el territorio, y que han generado cambios sustanciales dentro y fuera de sus comunidades. En nuestro país las mujeres campesinas producen el 50 por ciento de los alimentos que consumimos y son las principales custodias de saberes ancestrales para cultivar la tierra y promover la agricultura ecológica.
Hay cada vez más mujeres encabezando institutos de investigación, movimientos urbanos y campesinos, mamás demandando alimentos sanos para sus familias y un alto a la contaminación del aire, mujeres indígenas y mujeres jóvenes que se han hecho escuchar a nivel mundial dejando en entredicho el liderazgo de los gobiernos en la lucha contra el cambio climático.
No hay lugar a dudas de que el papel de las mujeres en la búsqueda de un mundo mejor, social y ambientalmente justo, es indispensable.
Greenpeace reivindica el rol de la mujer como agente de cambio en cualquier sector de la sociedad. Para nuestra organización el rol que jugaron las mujeres en la primera acción y la primera campaña de Greenpeace ha quedado en sus cimientos aunque poco se sabe de ellas. Cuando se piensa en los orígenes de Greenpeace la mayoría tiene imágenes de hombres con atuendo de los años 70, abordo de un pequeño barco oponiéndose a las pruebas nucleares en las costas de Alaska.
Lo cierto es que dentro de ese grupo de fundadores también había mujeres activistas. Marie Bohlen, Dorothy Stowe y Dorothy Metcalfe siguen inspirando nuestra lucha por un mundo verde y en paz.