Quizás esta historia te suene familiar: decides comenzar una huerta o arreglar el jardín. Al fin tienes espacio y tiempo, así que vas al vivero y compras una buena cantidad de plantines, o bien consigues semillas y plantas tus propios vegetales esperando que pronto comiencen a crecer.
Pero pasan algunas semanas o meses y las cosas no salen como esperabas. Algunas de las plantitas mueren a los pocos días; otras, se ven enfermas; las especias no volvieron a rebrotar luego de que tomaste sus hojas para utilizarlas en la cocina; y las semillas nunca terminaron de brotar.
Así que te frustras, y abandonas lo que queda de la huerta pensando que no sirves para eso.
Esa historia de un entusiasmo que decae es muy común, y el mayor motivo siempre es el mismo: tienes que entender que a la jardinería y la huerta hay que dedicarles mucho tiempo; pero no solo tiempo para cuidar las plantas, también tiempo para aprender, equivocarse, ver que algunas plantas mueren y comenzar de nuevo, sacar conocimiento de tus propios errores para que todo salga mejor la próxima vez.
A continuación, encontrarás cuales son los errores más frecuentes en jardinería. Algunos te sonarán familiares porque ya los cometiste, pero otros podrán evitarte un nuevo disgusto.
1. Proyectos demasiado ambiciosos
El entusiasmo es el ingrediente más importante para que cualquier proyecto salga adelante. Pero, como todo, por demás perjudica.
Pasar de no tener nada a tener una huerta con 20 variedades o un jardín que ocupe todo el patio trasero de la casa, sin experiencia previa ni ayuda, no puede salir bien. Pronto algo saldrá mal y podrás frustrarte. Tendrás mucho más éxito si comienzas cultivando un vegetal o cuidando una sola variedad de flores y cuando esa planta ya esté creciendo bien, será el momento de sumar otra.
2. No preparar la tierra
Así como no se puede construir una casa sin cimientos, no se puede sembrar o plantar nada sin preparar la tierra. La tierra tiene que estar removida, nutrida con compost, y húmeda. Es importante fertilizarla antes de plantar, porque los cambios en el suelo cuando la semilla está dando raíz pueden matarla.
3. Planificar sin tener en cuenta el sol y el clima
El criterio para plantar un jardín florido suele ser estético. El de una huerta no, pero a veces en lo primero que se piensa es en la practicidad. Ambos son errores: elegir tus vegetales favoritos sin averiguar si se adaptan al clima en que vives no dará buenos resultados. Tampoco lo hará acomodar las flores de modo que queden bonitas sin tener en cuenta si les faltará o sobrará sol.
4. Exceso de riego o de compost
La falta de riego y de nutrientes para el suelo por supuesto que son errores comunes. Pero es sorprendente saber cuán frecuente es lo contrario: regar de más en el primer entusiasmo y ahogar las raíces; o preparar una tierra que sea más compost que sustrato y luego se apelmace, no tenga buen drenaje y no permita a las plantas crecer.
5. Inconstancia en el riego
Cada planta tiene una necesidad de riego, pero además de conocerla, tienes que saber que necesitas ser constante: riego moderado día por medio significa exactamente eso; y no "poco riego a cada rato", ni "abundante riego cuando recuerdes que lo olvidaste ayer".
6. Plantar poco profundo o demasiado profundo
Cuando se planta desde semilla, la regla es que cuanto más grande es la semilla, más profundo se planta. Pero tampoco demasiado, porque si no sienten la presencia del sol, no crecerán.
7. No desmalezar
Las malezas compiten con las plantas por los recursos; eso no es un mito y debes tenerlo en cuenta.
8. Plantas muy juntas
Lo mismo que ocurre con las malezas ocurre entre plantas: si están muy juntas, compiten por el espacio, el agua y los nutrientes.
9. No prevenir las plagas y enfermedades
Un error muy común es creer que a nuestras plantas nada malo les va a pasar y no preocuparse hasta que ocurre. Es mejor prevenir que curar. Aquí puedes encontrar una guía para detectar plagas y deficiencias temprano dependiendo del color de las hojas.
10. No saber qué plantas "se llevan bien" con otras
Algunas plantas pueden ser muy beneficiosas unas con las otras plantadas en conjunto para impedir las plagas, protegerse entre ellas del clima o mejorar la fertilización de la tierra. En otros casos, compiten o se perjudican.
Las papas, por ejemplo, son amigas del cilantro, los frijoles, el maíz, o el repollo, pero causan problemas con las calabaza, el zapallo anco, el pepino y el tomate. Antes de plantar consulta en el vivero o busca información en Internet.