Algunos cuerpos de agua de la Tierra pueden adoptar un aspecto que se asemejaría a la sangre o a una sopa de calabaza. Esto debido a la presencia de algas, bacterias y sedimentos pigmentados de rojo. Astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional suelen captar fotografías de este fenómeno "sangriento".
Esta imagen (arriba), tomada sobre el altiplano desértico de los Andes bolivianos, muestra la Laguna Colorada. La fotografía muestra los tonos oxidados asociados a los ambientes hipersalinos, donde las algas y otros microorganismos colorean las aguas poco profundas. Una combinación de intensidad luminosa, contenido de sal, niveles de pH y temperatura influye en el crecimiento de las algas rojas. Se observan casos similares en todo el mundo, desde el Gran Lago Salado en Estados Unidos hasta el lago Aralsor en Kazajstán.
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La segunda imagen, también tomada por un astronauta en la estación espacial, muestra las aguas de color marrón rojizo del río Betsiboka, en Madagascar. En este caso, el color se debe al transporte de sedimentos ricos en hierro. El sedimento puede obstruir los cursos de agua en el entorno estuarino del delta, pero también puede formar nuevas islas que son colonizadas por manglares. Muchas otras masas de agua, como el embalse alimentado por el río Jacui en el sur de Brasil, están coloreadas por sedimentos rojizos.
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A pesar de su color rojizo, estas arterias de agua son importantes para la biodiversidad. Las algas y otros microorganismos sirven de alimento vital a especies de aves vulnerables, como el flamenco andino de la Laguna Colorada. El río Betisboka proporciona alimento, como pastos marinos, a la tortuga verde, en peligro de extinción, y a la vulnerable vaca marina.
Fuente: DW.