Durante días numerosos medios de comunicación se hicieron hueco de una alarmante noticia: la Ciudad de México, se estaba acercando a su ‘Día Cero', es decir el día en el que dejaría de poder abastar a la población de agua potable. Un hecho similar sucedió hace años atrás con Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
"Los medios encendieron la alarma, al identificar el déficit en el almacenamiento de las presas que componen el sistema Cutzamala, que alcanzó el 38 por ciento de su capacidad en época de estiaje y en medio de años particularmente secos”, explica a DW Jorge Arriaga, Coordinador ejecutivo de la Red del Agua de la Universidad Autónoma de México (UNAM), quien destacó que "es uno de los territorios hídricos más complejos del mundo y que históricamente ha presentado desafíos debido a factores geográficos y humanos".
De este modo, el también Coordinador del Centro Regional de Seguridad Hídrica bajo auspicio de la UNESCO, recuerda que la capital mexicana, de 9.600 kilómetros cuadrados de extensión y a 2.200 metros por encima del nivel del mar, se desarrolló "en una cuenca lacustre sin salidas naturales de agua conectada artificialmente a otras cuencas para proveerse del líquido, pero también para expulsarlo”. "Bajo estas condiciones adversas hemos configurado un sistema hídrico que depende de diversas fuentes para su abastecimiento”, agrega. Este hecho es el que evitaría llegar a la dramática situación que Omar Orellano, profesor investigador del departamento de Ecología y Recursos Naturales de la UNAM, considera "poco probable porque la Ciudad de México depende de varias fuentes de agua”.
"Esta fuente externa solo aporta alrededor del 28 por ciento del agua consumida en el Valle y surte a 12 alcaldías de la Ciudad de México”, detalla Arriaga. "A ella se suman un 5 por ciento de ríos y manantiales internos y un 67 por ciento de los acuíferos. Es decir, incluso aunque se redujera aún más la aportación del Cutzamala, el sistema hídrico continuaría operando”, asegura.
No obstante, el mismo, "tiene un nivel de almacenamiento de agua muy bajo por la falta de lluvia y sequía prolongada”, agrega a DW Enrique Cabral-Cano, del Instituto de Geofísica de la UNAM. "La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha pronosticado que para el 26 junio este sistema ya no podrá ser capaz de aportar agua, por lo que el abasto de las aguas subterráneas se incrementará”, agrega a DW Ricardo Domínguez, coordinador del programa hídrico de WWF México.
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Crisis del agua en el Valle de México
La capital mexicana acumula desde hace tiempo problemas de suministro de este recurso vital. “Los más de 23.6 millones de personas que habitamos en el Valle contamos con altos índices de cobertura de agua potable, pero nos enfrentamos a un servicio discontinuo. Por ejemplo, en la Ciudad de México, solo el 70 por ciento de la población recibe agua todos los días, mientras que en el Estado de México la proporción no llega ni a la mitad”, lamenta el Coordinador ejecutivo de la Red del Agua de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Los expertos consultados por DW apuntan a diversos factores de la crisis hídrica en la capital mexicana. “No hemos puesto el debido cuidado y ni realizado las acciones debidas para conservar las cuencas y sus ecosistemas. Además, debemos considerar que desde 2020 con la emergencia sanitaria por COVID 19 se comenzó a utilizar más agua de la que normalmente se utilizaba y por si fuera poco el año 2023 fue el año más seco del que se tiene registros”, lamenta Domínguez.
En este sentido, Orellana apunta a las consecuencias de los impactos de las altas temperaturas que “incrementa la explotación de agua subterránea, afectado en primer lugar la estabilidad del suelo, comprometiendo el agua cuyo origen es de hace 50 años y transfiriendo los costos ambientales de la sobrexplotación a las generaciones futuras”.
Medidas colectivas para evitar el Día Cero
Para Orellana, que crítica la política hídrica se haya basado en la explotación de pozos de agua, trasvases y no en inversiones para tener un ciclo socio hídrico sustentable, la solución pasa por implementar diversas soluciones que se están planteando desde el ámbito académico que con propuestas tecnológicas para captación de agua, tratamiento y almacenamiento. “Hay propuestas de modelación matemática y estadística para mejorar la toma de decisiones basada en ciencia, existen propuestas de monitoreo para dar seguimiento a la extracción, consumo, calidad de agua y también monitoreo a través de percepción remota. Igualmente hay varias propuestas para modificaciones en leyes, reglamentos y normas ambientales y de salud”, enumera.
A todas ellas, Cabral-Cano agrega una “inversión sustancial en la mejora de la red de distribución de agua, un uso racional de esta, mayor inversión en el censo y los sistemas de monitoreo de los pozos productores y un mejor sistema de manejo del agua que involucre en sus decisiones a todas las partes interesadas”.
Ricardo Domínguez también aboga por ese esfuerzo colectivo. “Debemos valorar la naturaleza y conservarla, entender que ella es quien nos provee del vital líquido, implementar más soluciones basadas en la naturaleza, mejorar las eficiencias de conducción y distribución, hacer un uso responsable del agua, evitar su desperdicio, implementar estrategias de reutilización de agua y su intercambio y aumentar los presupuestos para conservar los ecosistemas y el agua”, concluye el responsable del programa hídrico de WWF México.
Fuente: DW.