Cuando las hormigas coloradas escaparon de su hogar, en Argentina, y empezaron a viajar alrededor del globo -a menudo a través de contenedores en los barcos- pocos hubieran imaginado el daño que esos insectos podrían llegar a causar.

Esa especie venenosa, también llamada hormiga de fuego u hormiga roja, expulsó y algunas veces aniquiló a poblaciones nativas de animales e insectos, desde China y Japón hasta Australia y Estados Unidos, incluyendo a los que polinizan las plantas locales, causando daños a largo plazo en la vegetación. La hormiga colorada, que también come y daña semillas, puede causar un severo impacto en las cosechas y los ecosistemas autóctonos.

Según investigadores, las hormigas rojas prefieren un clima cálido, pero están marchando hacia regiones otrora más frías, a medida que sube la temperatura en el planeta, y arrasan con la biodiversidad en su camino. Su propagación ha impulsado costosas medidas de erradicación, pero algunas de ellas han llegado demasiado tarde. Este insecto es un símbolo de la crisis en la que se enfoca el Informe de Evaluación de Especies Exóticas Invasoras, presentado este lunes (4.09.2023) en Bonn por la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos (IPBES), realizado por 86 expertos de 49 países y aprobado por 143 naciones. El reporte apunta a aumentar la conciencia sobre el tema y a brindar a los responsables de políticas las herramientas para mitigar los impactos de las especies exóticas invasoras (EEI).

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"Las especies exóticas invasoras son una gran amenaza para la biodiversidad y pueden causar daños irreversibles a la naturaleza, incluidas la extinción de especies locales y globales, y también amenazan el bienestar humano", afirmó Helen Roy, del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido y copresidenta del informe de evaluación de la IPBES. La introducción de más de 37.000 especies exóticas en biomas de todo el mundo, de las cuales más de 3.500 son invasoras y nocivas, es responsabilidad del ser humano, destaca el documento.

Para Aníbal Pauchard, copresidente de evaluación y profesor en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, Chile, la invasión biológica ha sido un "factor fundamental” en un 60% de las extinciones de especies animales y vegetales. "Esos son riegos y desafíos con raíces globales, pero con impactos muy locales a los que se enfrentan personas en todos los países, y de todos los orígenes. Incluso la Antártida está siendo afectada por ellos”, subrayó Pauchard.

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La economía globalizada facilita la invasión de especies

Hace tiempo que los ecosistemas se adaptaron a la migración natural de especies animales y vegetales a través de las diferentes regiones del mundo. Pero la propagación de especies exóticas a través de las fronteras se ha acelerado rápidamente en el siglo pasado, explica Emili García-Berthou, profesor de Ecología en la Universidad de Girona, España, y experto en el impacto de las EEI en los ecosistemas de agua dulce. En los últimos tiempos, las especies itinerantes se han trasladado gracias a la globalización del comercio y a las redes internacionales de transporte, señala. Los impactos se extienden también a la salud humana, como lo demuestra la presencia en el Cuerno de África de especies invasoras de mosquitos responsables de los actuales brotes de malaria.

Al comparar las EEI con el cambio climático, García-Berthou se refiere al enorme impacto de animales introducidos por especies de aves y mamíferos, como serpientes, gatos, ratas o cerdos, en islas que albergan una alta proporción de la biodiversidad mundial.

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Según la UNESCO, las especies invasoras están implicadas en el 86% de las extinciones conocidas en las islas: apenas treinta especies invasoras han contribuido a la extinción de unos 738 animales en todo el mundo. En la isla de Tonga, por ejemplo, las ratas introducidas han reprimido o desplazado a poblaciones de aves marinas, en parte, porque se dan un festín con sus huevos y polluelos. Los pájaros marinos son importantes porque dispersan nutrientes esenciales que alimentan ecosistemas de corales y cardúmenes de peces sanos. Las autoridades respondieron con medidas para erradicar a las ratas, usando cebos envenenados en la Isla Late, hogar de uno de los mayores bosques latifoliados tropicales intactos del mundo, y en otros varios ecosistemas isleños de Tonga invadidos por los roedores.

El informe de la IPBES se enfoca especialmente en el cambio climático. "La IPBES ha dejado muy claro que sus evaluaciones están todas entrelazadas con las del IPCC (el organismo de cambio climático de la ONU), porque realmente no se pueden hacer las unas sin las otras", dijo Corey Bradshaw, profesor de Ecología Global en el Centro de Excelencia ARC para la Biodiversidad y el Patrimonio Australiano, en Australia del Sur.

Aunque el simple parámetro del aumento de temperatura puede usarse para medir el cambio climático, Bradshaw ha apoyado los esfuerzos de investigación para crear un punto de referencia a fin de juzgar el impacto de las especies invasoras mediante la estimación del costo de la prevención y el control.

El costo económico global de la gestión de especies exóticas invasoras superó los 423 mil millones de dólares anuales en 2019, y los costos se han cuadruplicado al menos cada década desde 1970, según la evaluación de la IPBES.

Fuente: DW.