Los seres humanos tenemos un reloj central, ubicado en el cerebro, y relojes periféricos, sincronizados con ese reloj central, que están distribuidos en distintos órganos y tejidos (corazón, tejido graso, hígado, riñones, etc.). Los ritmos biológicos son los encargados de marcar el funcionamiento de esos órganos y tejidos durante el día y la noche, con variaciones que son normales y saludables.
Llevar un estilo de vida adecuado, acorde a nuestro reloj biológico, por ejemplo, con horarios regulares de sueño, actividad física en un momento determinado del día y orden con los horarios de las comidas principales nos ayuda a estar saludables.
Los ritmos biológicos y su relación con el sobrepeso y la obesidad
El patrón alimentario está relacionado con las características y organización horaria de las comidas, incluyendo el número o la frecuencia, la regularidad y la composición nutricional. Cuando adoptamos conductas que alteran ese patrón, por ejemplo comer a deshora, exponernos a luz de celulares o tablets por la noche o no dormir lo suficiente, los ritmos biológicos se alteran y podemos padecer enfermedades crónicas como la obesidad o la diabetes.
Según un estudio realizado en la Universidad de Murcia, los adultos y los niños con sobrepeso u obesidad presentan ritmos biológicos menos estables que las personas delgadas. Por otro lado, las mujeres que tienen ritmos alterados pierden menos peso durante el tratamiento de adelgazamiento que aquellas que tienen ritmos más estables.
Los resultados del estudio en niños demostraron que almorzar más tarde que las 12:00 del medio día (entre las 2:00 y 2:30 de la tarde) y cenar más tarde que las 9:00 de la noche se asocia a un mayor índice de obesidad, como así también el hecho de acostarse más tarde y dormir menos horas. Si además de descansar poco salteamos el desayuno por falta de tiempo, las probabilidades de tener alteraciones en el peso aumentan.
Pero, ¿por qué comer a deshora puede producir aumento de peso? En el mismo estudio de la Universidad de Murcia, los investigadores demostraron que no tener un horario regular de comidas se asocia con mayores niveles de cortisol (hormona del estrés), mayor elevación de los niveles de azúcar en sangre y menor consumo de energía en estado de reposo. Todo esto se traduce en aumento del peso corporal.
Algunas recomendaciones
- Hacer al menos cuatro comidas diarias (desayuno, almuerzo, merienda y cena), respetando un patrón de horarios.
- La cena debe hacerse idealmente dos horas antes de dormir, y debe incluir proteínas (carnes o huevo) y carbohidratos complejos (por ejemplo, arroz integral, pastas de trigo candeal) combinados con verduras.
- Y como dice la famosa frase: “desayunar como reyes, almorzar como príncipes y cenar como mendigos”.