El lobo mexicano, una especie que se resiste a desaparecer: en medio de los esfuerzos para evitar su extinción (Canis lupus bailey) existe en México un santuario que cuida a ejemplares que están en condiciones de vulnerabilidad para apoyar la reintroducción en su hábitat natural, que cada vez es más reducido.
Se trata de Extinción Cero, un santuario en México que se dedica exclusivamente a la protección y rehabilitación de esta especie, que en los últimos años dio un paso en su conservación al estar en la categoría “probablemente extinta en el medio silvestre” en 1970, a ubicarse en “peligro de extinción” desde 2019.
Irma Macedo Palacios, directora del santuario, explica que si bien este esfuerzo nació como una iniciativa familiar en 2002, bajo la figura de Unidad de Manejo Ambiental (UMA), la iniciativa tiene seis meses en su nueva etapa tras un conflicto territorial con las autoridades. Actualmente se encargan de una familia de nueve lobos.
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Lobo mexicano con pelaje oscuro
El lobo mexicano habitaba desde las zonas áridas de Arizona, Nuevo México y Texas en Estados Unidos, hasta los bosques y pastizales de los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, San Luis Potosí y Guanajuato, incluso llegando a la sierra de Oaxaca.
Al ser un depredador, esta especie es de gran importancia para regular a presas y para controlar plagas. Al cazar especies como el venado cola blanca, roedores y liebres, los lobos provocan movimiento de animales herbívoros permitiendo que la vegetación de los ecosistemas se regeneren. De lo contrario, toda la cadena alimenticia es afectada.
Sin embargo, fue directamente afectado por las actividades humanas, debido al aumento de asentamientos, así como la extensión de la agricultura y la ganadería, por lo que el depredador comenzó a cazar especies domésticas, lo que provocó incluso campañas de exterminio que llevaron a la especie a la extinción en vida silvestre.
manos a la obra
Desde el sur de Estados Unidos hasta la región de la Sierra Volcánica Transversal, en México, ambos países crearon el Programa Binacional de Recuperación de la especie enfocado en generar una población “genéticamente viable”. Lo hicieron apoyándose principalmente en el trabajo de los zoológicos mexicanos y estadounidenses para lograr su restauración y con el objetivo de contar una población en vida libre de 340 ejemplares en Estados Unidos y 200 en México, el cual aún no se cumple.
Para las autoridades mexicanas, las liberaciones –iniciadas desde 2011– han sido “exitosas”, pues, entre 2014 y 2018, se registró el nacimiento de seis camadas en vida libre. Sin embargo, a partir de ese año no se cuenta con una actualización del estado de estos ejemplares.