Recientemente, estudiosos liderados por el Servicio Geológico de EE. UU, conocido bajo el nombre de Conservation Science Global, Inc. y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU, dieron a conocer un artículo de investigación en el que constatan que evaluaron la existencia de plomo en águilas calvas y reales entre 2010 y 2018.
Los datos hallados son estremecedores. De hecho, para el relevamiento recurrieron a muestras de 1.210 águilas que se encontraban en 38 estados de EE. UU. A partir de allí, los expertos dieron cuenta sobre un alto porcentaje de envenenamiento por plomo.
Presta atención a las cifras: en el hígado, sangre y plumas descubrieron la presencia de este elemento químico tan daniño. A saber: un 46 a 47 % en águilas calvas y reales, entre el 27 a 33 % en águilas calvas y 7 a 35 % en águilas reales.
En relación a estos datos, Todd Katzner, biólogo de vida silvestre y autor principal citado por el Servicio Geológico de EE. UU expresó: “Este es el primer estudio sobre el envenenamiento por plomo de la vida silvestre a escala nacional y demuestra los desafíos invisibles que enfrentan estas aves rapaces. Ahora sabemos más acerca de cómo el plomo en nuestro medio ambiente está afectando negativamente a las águilas de América del Norte”.
Por su parte, Anne Kinsinger, Directora Asociada de Ecosistemas del USGS confirmó lo siguiente: “Los estudios han demostrado efectos letales para aves individuales, pero este nuevo estudio es el primero en mostrar las consecuencias a nivel de población del envenenamiento por plomo para estas majestuosas especies a una escala tan amplia”.
Urge como sociedad, realizar un giro rotundo en cuanto a perspectivas y creencias considerando que este estudio deja en evidencia cómo la falta de conciencia ambiental de los humanos lleva a la extinción de miles de especies. Por el contrario, cuando la mezquindad y vanidad van de la mano dañan, impiadosamente, a los demás seres sintientes que habitan la tierra.
Es menester escuchar los aportes que realizan los profesionales de la ciencia y no ser indiferentes a la realidad, porque en definitiva el único responsable del caos climático y ambiental es el humano.
De igual modo, Brian Millsap, Coordinador Nacional de Rapaces del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU enfatizó: “El modelo del estudio muestra que el plomo reduce la tasa de crecimiento de la población de estas dos especies protegidas. Eso no es tan impactante para las águilas calvas ya que la población de esta especie endémica está creciendo a un 10 por ciento por año en los EE. UU. En contraste, la población del águila real no es tan estable y cualquier mortalidad adicional podría inclinarla hacia una disminución”.