Nota por Belén Castellanos
Video/fotografía por: Turnme 360
Son las 3 am. Suena el despertador, y partimos rumbo a una nueva aventura.
El destino de hoy es un pueblito en la montaña donde sus habitantes viven de una manera muy precaria y no tienen acceso a todo lo que necesitarían.Nuestra intención es aportar un granito de arena, acercándonos a su realidad y llevándoles un poco de alegría.
En el camino empieza a amanecer y podemos ver las casas y sus despertares; pequeñas fogatas encendidas cocinando el arroz y niños jugando alrededor esperando su desayuno.
Es imposible poner en palabras la sensación, esa calidez del hogar, el fuego y el sol acariciando sus caritas sonrientes... Esto es lo que me llevo de este lugar.
Llegamos a destino: una escuelita en el medio de la montaña con un solo "aula", y niños de distintas edades que comparten la clase.
Cuando nos ven llegar, todos se levantan y juntan las manitos para darnos la bienvenida.Nos reciben con una alegría inmensa y reciben cada regalo con una expresión de gracias.
Siento que el corazón me explota frente a tanta gratitud. Pienso cuánto se puede aprender de estos corazones tan humildes.Creo que por primera vez experimento de verdad la sensación de recibir tanto... dando.
Lo que estamos haciendo nosotros es muy pequeño, solo llevamos algunos alimentos y útiles para estudiar, y sin embargo, el efecto que causa en ellos es enorme.
Como dice la Madre Teresa de Calcuta: "Lo que importa no es cuanto hacemos, es cuanto amamos".
No importa qué tan grande sea nuestra acción, lo que importa es la cuota de amor que le ponemos.
No dudes en aportar tu granito de arena. ¡Con una acción pequeña podemos lograr grandes cambios!