Un grupo de paleontólogos asegura haber resuelto el misterio sobre el cementerio de los ictiosaurios del cañón de West Union, en Nevada (EE. UU.) y entrega nuevos detalles sobre el comportamiento de este antiguo depredador marino, según detallan en un reciente estudio publicado por la revista Current Biology.
Hace unos 230 millones de años, el Shonisaurus popularis, una especie de ictiosaurio del tamaño similar al de una ballena, habitaba esa zona.
Y debido a que en este rico yacimiento se encontraron al menos 37 restos fósiles de ejemplares adultos, el lugar es considerado como un cementerio para esta especie.
Descartando hipótesis para dar con un resultado
Las causas de muerte de tantos ejemplares hallados en un mismo lugar eran desconocidas.
Para encontrar una solución, los paleontólogos desecharon la idea de que los ictiosaurios sufrieran de varamientos masivos, como las ballenas en la actualidad: "No coincide con la sedimentología que encontramos. No hay depósitos de playa, no hay marismas", explicó Nicholas Pyenson, coautor del estudio.
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Asimismo, los científicos vieron poco probable que estos animales prehistóricos sufrieran envenenamiento o asfixia debido a posibles erupciones volcánicas u algas nocivas en el área.
El equipo no encontró pruebas científicas sólidas que lo respalden.
Tampoco era un lugar para alimentarse
Los especialistas pensaban que era extraño que, de todos los restos fósiles identificados en la zona, solamente se encontraran del S. popularis:
"En este yacimiento hay muchos esqueletos adultos de gran tamaño de esta especie y casi nada más. Prácticamente no hay restos de cosas como peces u otros reptiles marinos para que estos ictiosaurios se alimentaran", dijo el investigador.
Un lugar para nacer y para morir
Tras analizar los huesos de ictiosaurios embrionarios o recién nacidos, los científicos llegaron a la conclusión de que más bien se trataba de un lugar donde comenzaba y terminaba un ciclo de vida: "Creo que este era un lugar donde gigantes ictiosaurios venían a dar a luz", declaró Pyenson.
Es decir, los ictiosaurios tenían un comportamiento similar al de las ballenas o tiburones actuales, que normalmente tienen lugares diferentes para alimentarse o para dar a luz y morir: "Eso significa que este tipo de comportamiento que observamos hoy en las ballenas existe desde hace más de 200 millones de años", insistió Pyenson.
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Nuevas conclusiones sobre los ictiosaurios
En otras palabras, estos animales marinos no murieron por desastres naturales o catástrofes masivas. Más bien, como parte de un ciclo de vida o comportamiento habitual, los ictiosaurios se dirigían al mismo lugar a la hora de morir.
Con estos resultados, otros expertos reafirman con convicción los hábitos similares entre ballenas e ictiosaurios: "Este es el primer estudio que realmente lo demuestra de una manera creíble y respaldada", según afirmó Erin Maxwell, paleontóloga del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart, en Alemania, quien no participó en la investigación.
Fuente: DW