Científicos estadounidenses y japoneses, bajo la dirección de la Universidad de Kioto en un proyecto internacional, se preparan para lanzar el primer satélite de madera artificial del mundo en una misión conjunta de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) y la NASA el próximo verano.
Este innovador satélite, llamado LignoSat –del tamaño de una taza de café–, representa una alternativa ecológica a los satélites convencionales de aluminio que actualmente orbitan la Tierra.
Después de comprobar la durabilidad de la madera en el espacio a principios de este año en la Estación Espacial Internacional (EEI), el equipo de investigadores anunció que la madera espacial, específicamente de magnolia, demostró un deterioro mínimo y una notable estabilidad.
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El problema de la basura espacial
Aunque pueda parecer una elección inusual, los científicos argumentan que la madera es sorprendentemente adecuada para resistir las condiciones del espacio. No se quema ni se pudre en el vacío del espacio, siendo capaz de convertirse en ceniza al reingresar a la atmósfera terrestre, lo que la convierte en un material biodegradable útil para abordar el creciente problema de la basura espacial.
Esto sobre todo teniendo en cuenta el aumento previsto del número de satélites en los próximos años: actualmente orbitan la Tierra unos 10.590, de los que unos 8.800 siguen en funcionamiento. En total, la masa de todos los objetos espaciales en órbita terrestre asciende a más de 11.000 toneladas.
"Cuando se utiliza madera en la Tierra, surgen problemas de combustión, putrefacción y deformación, pero en el espacio no existen esos problemas: en el espacio no hay oxígeno, por lo que no arde, y no hay seres vivos viviendo en ella, por lo que no se pudre", explica a la CNN Koji Murata, investigador de la Universidad de Kioto que ha trabajado en el proyecto, quien añade que su resistencia en peso es aproximadamente la misma que la del aluminio.
Durante las pruebas en la EEI, de acuerdo con el comunicado de prensa de la Universidad de Kioto, se expusieron especímenes de magnolia, cerezo y abedul a condiciones extremas del espacio exterior, incluyendo cambios de temperatura, radiación cósmica y partículas solares, sin mostrar deformaciones ni cambios significativos.
Los resultados del experimento confirmaron la ausencia de cambios de masa en cada espécimen de madera antes y después de la exposición espacial y confirmaron además la ausencia de descomposición o deformaciones, como grietas, alabeos, desconchados o daños en la superficie.
Finalmente, los investigadores se decidieron por la magnolia porque es menos probable que se parta o rompa durante la fabricación.
Además de su sostenibilidad ambiental, se ha especulado que la madera podría ser una opción viable para los interiores de las naves espaciales, brindando protección adicional a los astronautas contra las radiaciones nocivas.
Incógnitas por resolver
A pesar de las teóricas ventajas del innovador material, las estructuras espaciales de madera aún plantean numerosas incógnitas, como explica a la CNN Tatsuhito Fujita, ingeniero de la agencia espacial japonesa JAXA, involucrado en la evaluación del proyecto LignoSat.
"El uso de recursos naturales para el hardware espacial [tiene sentido] desde la perspectiva de los objetivos de desarrollo sostenible, pero como la madera nunca se ha utilizado en satélites, no podemos decir qué tipo de beneficio podemos obtener en este momento", explica Fujita.
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Ahora bien, eso es precisamente lo que los científicos quieren probar: establecer la viabilidad de otros materiales para su uso en el espacio. Por eso, con el lanzamiento del satélite de madera artificial previsto para 2024, el grupo de investigación seguirá estudiando el mecanismo fundamental de la degradación nanométrica del material, con la esperanza de desarrollar maderas resistentes y de alto rendimiento para futuras aplicaciones espaciales.
Ahora solo queda esperar a ver cómo se comportará la magnolia en el vacío del espacio. Y quién sabe, quizá en el futuro las naves espaciales se parezcan mucho más a cabañas aisladas y solitarias en bucólicos paisajes de montaña.
Fuente: DW.