Todos somos diferentes. Por eso, lo que pensamos no siempre coincide con el punto de vista de los demás ni es bien recibido. Aunque en general sintamos más afinidad por las personas que comparten gran parte de nuestra forma de ver la vida, siempre habrá puntos de vista enfrentados, temas en los que no estemos de acuerdo. Sería aburrido si todo fuera igual, ¿no lo crees?
Hay ciertos espacios en los que nos sentimos más cómodos para expresarnos y otros en los que preferimos callar. Puede que llamarnos al silencio no nos importe mucho si se trata de un tema poco importante, pero también puede generarnos un nudo en la garganta si aún así nos gustaría hablar, pero hay condicionantes por los que elegimos no hacerlo, como puede ser evitar generar un conflicto, perder el empleo, etc.
Si estás en esta situación, aquí te compartimos algunos consejos para que tomes confianza y defiendas tus ideas y tus decisiones, más allá de lo que tengan los demás.
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Plántate en tus certezas
Si te sientes seguro, los otros te verán así también. Es el poder de la certeza. Cuando crees que algo realmente es así, actúas con naturalidad. Indefectiblemente, lo que opinan los demás pierde peso, porque el valor está en el sentido que tiene para nosotros.
Cuando hacia adentro tú ya has tomado una decisión o estás seguro de que esa forma de pensar es la que te identifica, la comunicas con seguridad, sin intentar hacer pensar al otro de la misma manera, pero con la claridad de que esa es tu posición. Por eso el miedo a defenderla no es tan grande.
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No busques aceptación ni te justifiques
Es un error muy común que nos suele poner en una actitud defensiva cuando comunicamos lo que pensamos. No hay que justificar ni tampoco hay que buscar reconocimiento o aceptación. Las decisiones que uno toma, o las idea a las que adhiere son una toma de posición individual. Por eso podemos argumentar, contar el por qué, pero desde la comunicación y no desde el convencimiento.
Asume la diferencia
Si los demás no aceptan cómo piensas o las decisiones que has tomado, acéptalo sin enojarte o sentirte culpable. Quien te quiere de verdad no dejará de hacerlo porque no comparta tu posición, y si lo hace, es su problema. No te lo tomes personal.
Quítale el peso a las críticas
Si una decisión se toma desde el corazón, las críticas no deberían doler. Lo que se ve herido es el ego. Las certezas, nuevamente, son la base. Desde ahí, las críticas son solo un punto de vista más, como los otros miles que existen en el mundo. A fin de cuentas, eres dueño de tus decisiones. Habrá quienes las apoyen y a quienes les incomoden, pero quien seguirá el camino que ellas tracen serás tú. Por eso es a ti a quien más debería importarle escuchar si realmente es allí donde quiere ir tu corazón.
"El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión”
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