El concepto de polis, un núcleo poblado rodeado de un campo radial que lo abastece, es casi tan viejo como la escritura. Este modelo de ciudad tenía sentido cuando éramos unos pocos de miles de personas y las ciudades estaban alejadas entre sí, cada una un bastión de luz en la inmensidad de la naturaleza salvaje.
Sin embargo, pasó el tiempo y somos cada vez más en entornos cada vez más poblados. Lo que hicimos como sociedad global fue estirar cada vez más las ciudades. Agrandarlas, alargarlas, y cuando eso nos resultó imposible porque estábamos pisando las granjas que necesitábamos para comer, empezamos a mirar hacia el cielo.
Así nos fuimos hacia arriba, con enormes rascacielos. Tratar de meter la mayor cantidad de individuos en el menor espacio posible fue la solución que encontramos a que todos los que quisieran pudieran subsistir en la polis. Lo que no notamos fue que este modelo dejó de cuadrar.
Por más que se pueda meter a la gente en el último recoveco imaginable, esas personas necesitan comer. Necesitan agua, necesitan vestirse. En el modelo de polis que venimos arrastrando, el 99,9% de estas necesidades se cubren con materiales y energía que se producen por fuera de la ciudad, nada se produce dentro de ella. Necesitamos camiones y trenes y barcos que traigan productos desde lejos, a veces del otro lado del mundo.
Muchos están notando, que además de ser un terrible despilfarro de carbono y recursos, esto ya es un problema. Es un problema médico que la gente viva hacinada, lejos del verde. Es un problema la desconexión mental que existe entre producto obtenido y de dónde vino. Es un problema lo que ocurre si se corta la cadena de suministros.
¿Qué hacer?
Por suerte, se pueden tomar algunas medidas para paliar estos problemas, y lo mejor es que podemos hacerlo desde casa, por lo menos hasta que los gobiernos decidan planear las ciudades de forma sustentable antes de construirlas.
Para esto, podemos hacer una huerta en casa, para abastecernos de verdura fresca, legumbres y cereales. Si no tienes espacio, puedes armar una huerta vertical en la pared. Podemos instalar paneles solares, y compartir los beneficios y gastos entre vecinos. Si tenemos más lugar, podemos criar aves que nos provean de huevos. En principio, cualquier medida que fomente la independencia de obtención de suministros es una buena idea.
En el extremo, puedes incluso mudarte a las afueras e intentar aplicar los principios de permacultura en un nuevo sitio.
Mientras tanto, saber que este problema existe, que se volverá más extremo en el futuro y que todavía podemos tomar medidas para mejorar la situación es importante. Comparte con tus familiares y amigos, lee y discute planes posibles. Nunca se sabe de quién vendrán las ideas revolucionarias.