La posibilidad de visitar y colonizar nuevos planetas se vuelve cada vez más real con el paso de los años y los avances científicos. Los humanos tenemos la vista puesta en el espacio y en el viaje estelar como una manera de expandirnos y seguir desarrollándonos. Para esto, los científicos estudian las cualidades de decenas de planetas exteriores a nuestro Sistema Solar en busca de uno con las condiciones ideales para la vida humana.
El 24 de agosto de 2016 se detectó un nuevo exoplaneta en el sistema solar de Próxima Centauri, una enana roja y la estrella más cercana a nuestro Sol en todo el universo. El planeta como tal, llamado Próxima Centauri B, es un planeta rocoso con un radio y masa ligeramente superiores a los de la Tierra, lo que le da un tamaño y una composición muy similar a nuestro hogar.
Una diferencia importante con respecto a la Tierra es que Próxima Centauri B tiene una órbita tal con respecto a su sol que una de sus caras está fijada permanentemente hacia la enana roja, mientras que la otra cara está permanentemente a oscuras. Este fenómeno se conoce como "rotación sincrónica" y la Luna también lo presenta con respecto a la Tierra.
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Según los expertos, el planeta se encuentra dentro de la zona de habitabilidad de su sol, la región del sistema donde, con las condiciones y propiedades atmosféricas correctas, el agua líquida podría existir en la superficie del planeta. Aun no se ha confirmado la presencia de agua líquida, pero sus características son prometedoras.
Todas estas características le han valido al planeta el sobrenombre de "segunda Tierra", un lugar con las propiedades casi ideales para la colonización humana, donde las condiciones son muy similares a las que vemos hoy en día en nuestro planeta. Pero hay un detalle importante que debemos recordar.
Próxima Centauri B se encuentra a 4,27 años luz de distancia de la Tierra, lo que significa que si construyéramos una nave espacial que viaje exactamente a la velocidad de la luz, a los tripulantes les tomaría unos 4 años y 3 meses llegar al planeta. Pero eso es poco probable y lo más seguro es que sería un viaje que tardaría décadas.
Existen, además otros problemas. Uno de ellos es que la luz desprendida por Próxima es cercana a ser infrarroja, una longitud de onda a la que no estamos acostumbrados, mientras que la de nuestro Sol entra dentro del rango de la luz visible. Esta diferencia puede tener consecuencias difíciles de predecir en cuanto a las interacciones con el vapor de agua y el dióxido de carbono de la atmósfera.
Por otro lado, algunos científicos estiman que la atmósfera de Próxima B podría ser mucho más débil que la de nuestro planeta, lo que nos haría muchísimo más vulnerables a las radiación solar y reduciría considerablemente la habitabilidad de nuestro "segundo hogar".
Adicionalmente, un estudio demostró que la radiación del Próxima deterioraría una atmósfera como la de la Tierra 10.000 veces más rápido de lo que lo hace nuestro Sol. Esto no son buenas noticias.
Si bien hoy es demasiado temprano para planificar un migración a un exoplaneta, los científicos continúan sus estudios en busca de respuestas, y parece que lo que resultan son más preguntas.
Y es que cabe preguntarnos, ¿realmente seremos algún día capaces de llegar a Próxima B? ¿Cómo y cuándo lo lograremos? ¿Cómo sobrevivirán los colonos? Y más un, una pregunta que no vemos con mucha frecuencia cuando se habla de Próxima B, ¿cómo viviremos en equilibrio con sus características, para evitar envenenarlo tal como envenenamos a nuestra Tierra?
Solo el tiempo puede darnos estas respuestas.
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