El primer recuerdo que tengo en relación al ambiente es una remera (camiseta) que me regalaron mis padres cuando tenía 7 años de un viaje que hicieron a Misiones, visitando Brasil y Paraguay. Recuerdo que de frente tenía algo así como muchos arboles muy tupidos y algunos loros de colores entremezclados. En la espalda, tenia esta frase escrita en verde:

Sólo después que el último árbol sea cortado, sólo después que el último río haya sido envenenado, sólo después que el último pez haya sido atrapado, sólo entonces nos daremos cuenta de que no nos podemos comer el dinero"

Tiempo después entendí que el frente de la remera con arboles muy tupidos representaba el Amazonas y que la frase de atrás representaba eso por lo que se viene luchando desde hace mucho tiempo; sobre lo que se quiere hacer un llamado de atención a nuestras acciones colectivas: el agotamiento de recursos naturales, la tala indiscriminada de bosques y selvas, el consumo injustificado de agua tanto en la indumentaria como en la agricultura, ganadería y demás industrias, la contaminación plástica de nuestros océanos, el famoso fast fashion y la industria del descarte.

deforestacion

Pasaron 23 años desde que recibí ese regalo de mis padres. También pasaron un montón de cosas, algunas no tan buenas y otras no tan malas, solo pasaron y pasarán. Mi madre ya se jubiló y a mi padre le queda poco. Por mi parte, hace 7 años que creé un proyecto para reutilizar plástico e incluir personas.

En agosto de 2019 se prendieron fuego 2,5 millones de hectáreas en el Amazonas y en junio se había prendido fuego una gran parte de Australia. La escasez de trigo en Pakistán está llevando a la población a una crisis alimentaria. Además, tenemos nuevos actores en nuestro planeta: los refugiados climáticos. La nieve desaparece en el Ártico más rápido de lo previsto y la desigualdad social se acrecienta. Afuera hay una pandemia que detuvo al mundo y dejó patas para arriba al planeta.

Términos tales como cambio climático, calentamiento global y crisis climática , vienen sonando hace ya varios años. Al principio, de forma algo aislada, y hoy ya como una alarma que hay que escuchar si queremos seguir en este planeta, si queremos viajar, bailar, criar a nuestros hijos, jugar con nuestros sobrinos, echarnos en el pasto, sentir el mar, abrazar un árbol en un bosque, contar estrellas, nadar en el rio, escalar una montaña. En fin: ser felices... O solo ser una camiseta que anuncia pero nadie escucha.