Perdonar es uno de los actos más valientes y sabios de los seres humanos. No se puede perdonar a los demás a menos que se comprenda primero cómo funciona el proceso de perdonarse a sí mismo. El asunto está en la mente y en las emociones, y en sus sentimientos que surgen cuando sentimos que alguien no cumplió lo que “debería” haber hecho según nuestras expectativas.
Las investigaciones de más de un millar de estudios científicos afirman que la falta de perdón hace que perdure el estado de ira y hostilidad, que se asocian con un mayor riesgo de enfermedad coronaria, según el Journal of the American College of Cardiology de Estados Unidos en 2009.
Se sabe que el perdón ayuda a disminuir los niveles de estrés en general, incluso en personas que viven en ese estado casi permanentemente -por ejemplo, por episodios traumáticos de sus vidas, o por el trabajo-. The Journal of Health Psychology en 2016 publicó que quienes han sido estudiados y revelaron haber tomado medidas de perdón de distinto tipo en sus vidas, tienden a no predecir una mala salud mental y viven cierto alivio al hacerlo.
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Como contrapartida, al no perdonar, se liberan los neuroquímicos del estrés, específicamente la adrenalina, el cortisol y la norepinefrina; aumenta la frecuencia cardíaca, la tensión muscular y la actividad de distintas glándulas corporales. En ese momento el cerebro activa lo que se conoce como la zona del “no-pensamiento”, es decir, que se limitan seriamente las facultades mentales, por lo que es difícil pensar con claridad.
Al perdonar, el descontrol nervioso se equilibra, puesto que se alivia la negatividad de las emociones y sentimientos.
“No sé perdonar”
Posiblemente hayas escuchado esta frase tan común. No poder perdonar las situaciones no es un defecto de carácter o un fallo moral; más bien se trata de formas de significar lo que ha pasado, y cómo aún hoy tienen peso emocional en tu vida.
Tienen tanto peso que, por eso, el perdonar y perdonarse es un proceso que toma tiempo. Sí, perdonarnos a nosotros mismos es algo que muchas personas aún no saben lo que significa, porque lo asocian con un acto egoísta de estar pensando en uno mismo, y no en las demás personas, aunque muchas veces todo empieza con el auto perdón.
Cuando te perdonas, liberas la angustia y la culpa que te atormenta, las responsabilidades que pesan sobre ti y los miedos que te acosan. En definitiva, sugiero que te perdones como uno de los pasos para conocerte mejor.
¿Y qué pasa cuando alguien nos daña? Lo más habitual es que pensamos que la única manera de no ser arrastrados por el malestar es mantenernos alejados de esa persona. Sin embargo, lo mejor que podemos hacer es entender lo que ha sucedido, aceptando y no rechazando, aunque duela y cueste, para liberarnos del daño y, por ende, curarnos a nosotros mismos.
¿Se puede perdonar lo “imperdonable”? Sí, con un proceso interno profundo y consistente y con la ayuda de psicoterapia. Seguro has leído historias en los periódicos sobre casos de perdón en situaciones que te parecían inconcebibles. Sin embargo, hay muchas personas que deciden perdonar y personarse, con el único fin de vivir en paz.
Recuerda que perdonar no significa aceptar ni dejar de defender los derechos que crees que son justos para ti. Aunque sí puedes estar con mayor disposición de paz interior, mientras libras esas batallas externas.
Por qué cuesta tanto perdonar y perdonarnos
Hay algunos preconceptos instalados culturalmente desde hace siglos, como la culpa, instaurada por muchas religiones, que hacen que el acto del perdón sea movilizante emocionalmente.
Por ejemplo, para perdonarnos y perdonar, necesitamos dejar de hacer esto:
- Pensar que tu vida es una tragedia
- Pensar que la culpa es la única forma de hacer las cosas
- Pensar que el dolor que sientes nunca desaparecerá
- Pensar que tienes buenos motivos para vivir con amargura y resentimiento permanentemente.
- Pensar que no hay forma de cambiar las cosas que han sucedido.
8 técnicas para perdonar y perdonarte
Todo lo expresado más arriba es entendible, porque hay situaciones dolorosas de la vida que nos han provocado heridas emocionales que tal vez arrastramos durante años.
La actitud del perdón por aquellas situaciones que hemos percibido que nos han dañado o perjudicado de alguna forma, es necesaria cuando producen una permanente interferencia en la vida que no nos permite ser plenamente felices.
Sé que puede ser chocante observar aquellas cosas desde esta nueva perspectiva. Déjame comentarte que no se trata de justificar las situaciones, sino de encontrar un punto de quiebre interno para eso que, aún hoy, te provoca dolor y emociones poco contributivas.
Sé por experiencia propia que hay hechos e interpretaciones en la vida que quizás cueste mucho perdonar. Sin embargo, piensa que es más importante, hoy, para ti: seguir soportando esa enorme carga emocional, o empezar a soltarla.
Quiero invitarte si lo deseas a considerar estas ideas acerca del perdón:
1. Reflexiona acerca de qué expectativa tuya se rompió por aquel hecho del pasado (porque el perdón siempre se da sobre hechos que ya pasaron)
2. Piensa cómo estaban tus emociones en aquel momento; y las de las demás personas involucradas.
3. Si es posible, conversa y expresa tu perdón frente a frente.
4. Si no es posible, escribe una carta a esa o esas personas, liberándotela del peso que sientes. Quema la carta en un lugar seguro, o rómpela y deshazte de ella, en un acto simbólico de soltar eso que estuvo atascado dentro tuyo tanto tiempo. Créeme que funciona.
5. Acepta que somos seres humanos que cometemos errores, incluso los que definimos como más aborrecibles. No se trata de justificar, sino de tener un entendimiento mayor de las situaciones.
6. Recuerda que lo que no perdonas se convierte en manifestaciones en tu cuerpo físico, mental y emocional: trastornos, enfermedades, irritación, ira, frustración, decepción, falta de confianza y baja autoestima. Tú eliges.
Y específicamente para trabajar en el auto-perdón:
7. Muchas veces nos tratamos muy duramente. Somos nuestros propios enemigos sometiéndonos a todo tipo de maltratos psicológicos que nos impiden avanzar.
8. Haz una #lista de personas a las que quieres pedir perdón por tus hechos (no se trata solo de “disculpas”). Llámalas, deja un breve mensaje, envíales una carta, o haz el ejercicio del punto 4 de aquí arriba: todo es útil en este proceso; encuentra tu forma de hacerlo.
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Perdona también los juicios internos hacia ti
Mientras termino este artículo, recuerdo que en mi proceso de más de mil horas de entrenamiento como facilitador y coach profesional, aprendí que no sólo necesito perdonar los hechos por los que siento que pude haber dañado a otras personas o que considero que me han dañado, sino, fundamentalmente, perdonar el juicio hacia mí que esos hechos me provocan interiormente.
Sé que es sutil y que requiere entrenamiento: te aseguro que es muy liberador el perdonar ese juicio interno con el que me he sentenciado.
En definitiva, si no perdono ni me perdono, sufro. Te invito a elegir de qué forma quieres vivir de aquí en más.