Desde que comenzamos a implementar el teletrabajo prácticamente todos los días estamos expuestos a videollamadas que, al final del día, pueden dejarnos agotados.

La sobreexposición a pantallas en simultáneo, como la computadora, el celular, un televisor, una tablet, más la sucesión de llamadas de voz y de deadlines que marcan la línea tope de las fechas de entrega, someten a los colaboradores a un esfuerzo que extenúa. No se trata sólo de Zoom, sino de cualquier otra herramienta de uso común actualmente, como Meet, Teams, Webex, Skype, que podrían ofrecer opciones más amigables y adaptables al uso del consumidor.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, encabezado por el profesor de comunicación Jeremy Bailenson, director del Laboratorio Virtual de Interacción Humana, se detuvo a investigar las secuelas psicológicas de estar varias horas frente a las plataformas de video llamadas más populares.

Lo primero que afirma es que “así como la frase ‘busca en Google’ se transformó en una acción genérica referida a conseguir información, el ‘hacer un zoom’ es su equivalente en las videoconferencias”.

shutterstock_1901023195

[También te puede interesar: Descubre las 7 dimensiones para lograr una comunicación afectiva en el entorno virtual.]

Fue en 2020 como consecuencia de la pandemia del covid-19 que se disparó el uso de las plataformas. Las que más crecieron, en forma contundente, fueron Zoom y Teams de Microsoft. Por entonces, esta empresa anunció que 44 millones de usuarios generaron más de 900 millones de minutos de reuniones virtuales cada día en una semana específica. Zoom actualmente tiene más de 500 mil usuarios activos, muchos de ellos en versiones pagas de distintas escalas. La empresa creció +325% en 2020, y sigue en alza.

El efecto “fatiga de Zoom”

Basados en el estudio de Stanford, hay al menos cuatro consecuencias de las videollamadas que producen la fatiga por el uso continuado:

1. Cantidad excesiva de contacto visual

Estar permanentemente mirando una pantalla, donde las personas se mueven, y, a la vez, hacer foco en los detalles, las expresiones, la calidad de la comunicación y las tareas en sí, suele ser agotador. ¡Y todo eso lo haces al mismo tiempo! En una videollamada cada uno está mirando a todas las personas, y a su vez, te están mirando, en el caso de que tengas la cámara encendida.

Esto es especialmente estresante para personas con miedo a la exposición pública, como por ejemplo los que tienen miedo a hablar frente a otras personas.

También el tamaño de los rostros puede generar incomodidad: hay caras en primer plano, y otras más alejadas; unas con más luz y otras casi en penumbra. Si estás en conversaciones uno a uno, lo que simula la plataforma es un tamaño que quisiera asimilarse como si estuviesen frente a frente. Aquí lo que pasa -dice Bailenson- es que el cerebro interpreta eso como una situación intensa, y genera hiper excitación.

Herramientas: achicar la dimensión de los rostros, por ejemplo, colocando la función de “vista de panel” donde ambos recuadros se verán equilibrados, o en un grupo se muestran todos medianamente iguales y alineados. Si se coloca la función de vista del “hablante”, quien hace uso de la palabra aparece en grande, y todos los demás, en tamaño pequeño. También, bajar el volumen de audio ayuda a tranquilizarte: no es necesario estar con el sonido a tope, sobre todo si utilizas auriculares. Si la otra persona, o tu, no están bien encuadrados, puedes solicitar que modifique levemente el ángulo, así pueden verse en forma parecida y acompasarse -ir al compás- aunque sea virtualmente. Recuerda que sonreír y demostrar empatía, hacer gestos para reafirmar conceptos y mostrar cercanía más allá de estar en forma virtual, son aspectos muy recomendables para atravesar esa pared invisible que los distancia.

shutterstock_1755609569

2. Verte todo el tiempo te agota

En las videollamadas hay un recuadro donde siempre estás a la vista; “esto es antinatural -dice el investigador-, porque nadie anda por la vida con alguien que te siga con un espejo donde te ves permanentemente. Hay varios estudios que afirman que cuando ves un reflejo de ti, te vuelves más crítico contigo.” Por eso es agotador estar viéndose todo el tiempo en pantalla, todos los días.

Herramientas: hasta que las plataformas instrumenten la función automática de ocultarte sólo a ti mientras estás en videollamada, puedes hacerlo manual, ya que muchas tienen la opción de ocultar la vista propia -generalmente haciendo click con el botón derecho sobre tu propia foto-. De paso, resistes la tentación de mirarte en ese monitor mientras participas. También, en ciertos momentos donde sea factible, apagar la cámara es una opción, haciendo saber a los demás que estás presente, aunque sin video; justo es reconocer que esta práctica no está muy bien vista en la mayoría de los casos, pero es habitual cuando asistes a charlas o conferencias.

3. Las videollamadas reducen la movilidad natural humana

Otra consecuencia que produce “la fatiga de Zoom” es que necesitas estar presente todo el tiempo frente a la pantalla. Las cámaras ofrecen un espacio establecido de encuadre, y generalmente estarás sentado frente a la cámara. En otros contextos, por ejemplo, una llamada de teléfono, caminas, te desplazas, gesticulas, es decir que tu cuerpo se expresa.

Herramientas: si eres quien expone puedes hacerlo de pie, con un plano bastante cercano a la cámara a la altura de tus ojos, para que te vean bien, y, a la vez, puedas moverte dentro del encuadre y gesticular. Si asistes a una reunión, también puedes hacerlo parado, o tomando asiento en una banqueta alta, que no es lo mismo que estar rígidamente en una silla. Recuerda también hacer pausas cada 45 minutos: por lo menos 15 dedicados a moverte, distraerte y a cambiar de espacio para recobrar la energía y cambiar de aire.

shutterstock_1690088062

4. Atención cognitiva

La investigación de Stanford también ha hecho foco en la diferencia entre una conversación frente a frente, donde tenemos registro no verbal de lo que expresa el otro con sus gestos, versus los chats en video, como los llama el profesor Bailenson. Hay un esfuerzo cognitivo extra frente a la pantalla. Por ejemplo, para expresar que estás de acuerdo, exageras el gesto afirmativo con la cabeza, o levantas el pulgar muy visiblemente, e incluso, respondes con los botones virtuales de reacciones de las plataformas. “Esto agrega cargas cognitivas y se hace un gran esfuerzo mental para comunicarte”, indica.

Herramientas: en reuniones largas, tomarse descansos estando presente sólo con la función audio y moverte del lugar, mientras sigues escuchando. Hacer estiramientos, rotaciones de cuello, ejercicios de respiración, tomar notas en papel, hacer esquemas de lo que se va explicando, y dibujar garabatos - no en otra pantalla al costado de la videollamada, sino en un papel, algo físico-, son formas de tener más disponibilidad corporal y no quedarte estanco.

5 preguntas para medir la fatiga virtual en tu empresa

Para crear mejores pautas en las videollamadas, se está realizando un estudio -aún no concluido al momento de este artículo, marzo de 2021-, sobre cómo medir la fatiga de la tecnología interpersonal y sus causas. Para participar del estudio completo de la Escala ZEF puedes ingresar aquí.

Mientras tanto, estas preguntas pueden ayudar en tu empresa y equipo a evaluar qué tan agotados están, y tomar medidas para corregir:

1. ¿Qué tan exhausto se siente después de la videoconferencia? (por ejemplo, evaluarlo de 1 a 10)

2. ¿Cómo de irritados se sienten sus ojos después de una videoconferencia?

3. ¿Cuánto tiende a evitar situaciones sociales después de una videoconferencia?

4. ¿Cómo de agotado emocionalmente se siente después de una videoconferencia?

5. ¿Con qué frecuencia se siente demasiado cansado para hacer otras cosas después de una videoconferencia?

[También te puede interesar: Cómo dejar de ser un workaholic y poner límites al tiempo de trabajo]

¿y tú, ya has sentido la fatiga de zoom durante la pandemia? ¡cuéntanos en los comentarios si crees que estos consejos pueden ser de ayuda!