El lenguaje es el principal constructor de nuestra realidad; por eso, todo lo que decimos, y nos decimos internamente, direcciona lo que pensamos y luego lo vivimos. Y como tampoco las palabras -una de las partes que integran el lenguaje- son inocentes, esos dichos al pasar están cargados de significado.

Algunos pueden parecer insignificantes, sobre todo porque se los menciona en contextos casi al pasar. Sin embargo, no resultan inadvertidos a tu mente subconsciente, que es el espacio donde habitan las emociones y sentimientos, otro factor que hace que tu vida sea hoy tal como es.

Por eso, cualquier frase que uses, incluso esas que son lugares comunes, como “Es una forma de decir”, en realidad afirma que así es “tu forma de pensar”.

Aunque parezca una quisquillosidad empezar a observar estos detalles del lenguaje, resultan significativos para crear una mejor realidad para ti en forma interna y externa, ya que a través de esa forma de expresión revelas quién eres y se configura cómo los demás te perciben, cuáles son tus anhelos, tus posturas, tus juicios y tus valores.

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“Lo dije sin pensar”

Los expertos en psicolingüística, la disciplina específica que estudia estos fenómenos de la expresión, afirman que una persona promedio suele equivocarse por lo menos en 22 palabras por día, entre unas 15.000 que utiliza aproximadamente.

Quienes acostumbran a hablar sin pensar ni reflexionar, dando respuesta inmediata con lo primero que se les viene a la boca, tienden a utilizar una gran cantidad de frases que pueden ser limitantes, y, como tales, restrictivas para un modelo mental más flexible por su carga de significado inconsciente.

¿Por qué sucede? Porque el acto del lenguaje es reflejo, aunque si no se le da espacio a la reflexión antes de responder, es posible caer en expresiones desprovistas de un pensamiento más rico que se podría tener.

Un capítulo complementario son los fallidos o lapsus. Se trata de un acto que expresa algo diferente e incluso totalmente opuesto a tu intención consciente. Y no sólo se da con la palabra, sino con una acción o un gesto. Por ejemplo, en palabras dices “sí” y el movimiento de la cabeza o tu expresión de la mirada indica “no” al mismo tiempo.

Cuando hablamos muy rápido es más factible tener fallidos porque al cerebro no se le da tiempo para pensar; y también sucede si estamos distraídos, nerviosos o cansados, y en edades avanzadas.

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El inconsciente revela que “esa” es tu verdadera forma de pensar

Algunas frases y dichos que la gente piensa que son solamente “una forma de decir” llegan a ser destructivas para sí o para los demás, ya que encierran frecuentemente juicios de valor sobre las personas y situaciones, y limitan la posibilidad de construcción de una mejor realidad.

Repasemos algunos ejemplos:

“Como dice la gente habitualmente”: encierra un sesgo (una visión parcial, una senda de desvío del cerebro de la persona que afirma tal cosa) que intentaría legitimar lo que se dice, porque supuestamente es algo socialmente aceptado, y se justifica detrás de esa mayoría que lo utiliza.

“Es la vida del pobre”: imagínate el nivel de carencia y restricción de abundancia de todo tipo que encierra esta expresión.

“Siempre…” o “Nunca…”: aquí se percibe una generalización categórica de quien lo dice y no se centra en un punto específico, sino que es un totalitarismo expresivo que cierra posibilidades.

“Lo que tú quieras” (en forma vaga): demuestra falta de interés, apatía e incluso que lo que te proponen o dicen no te importa.

“Bueno, pero…”: justificación y excusa.

“Voy a hacer una pregunta absurda”: denota inseguridad, o ansiedad por llamar la atención previniendo a los demás de algo que, supuestamente, rompe los esquemas.

“Lo intentaré”: es la frase aniquiladora de sueños de la mayoría de las personas. Porque intentarlo no es hacerlo; como pensar en algo no es concretarlo.

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5 formas de mejorar tu forma de comunicarte

- No digas lo primero que se te viene a la lengua: Utiliza la técnica STOP de Tim Gallway. S = Frena. T (Think) = Piensa. O = Opciones (elige lo más apropiado). P = Procede, actúa de la mejor forma.

- El silencio es un buen amigo de la comunicación asertiva. No es necesario llenar todos los momentos con palabras. Cuando no tengas nada relevante que aportar, haz silencio.

- Ejercita más tu habilidad de escucha: por lo menos el 80% del tiempo entrénate en escuchar con total consciencia y presencia frente a los demás, y habla el 20% del tiempo.

- Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca: estructura tus ideas, sé consciente del impacto de lo que vas a transmitir y mide las consecuencias que puede tener lo que dices.

- Parafrasea: si tienes dudas sobre lo que expresa la otra persona, pregúntale directamente, o bien parafrasea, que significa repetir en tus propias palabras para reflejar ese mensaje ante los demás, y asegurarte de que has comprendido bien; de lo contrario, las demás personas pueden verse espejadas y corregir cualquier desvío en la comunicación.

Ahora ya lo sabes: No existe tal cosa como “es una forma de decir”, porque, eso mismo que expresas, en realidad, “es una forma de pensar”, tú forma.